La industria de defensa de Brasil está en auge, al borde de un boom, alentado por incentivos públicos en un país empeñado en modernizar sus Fuerzas Armadas y crear un parque industrial de punta y exportador.
"Los empresarios están felices, ven una dirección, hay una voluntad de crecer e invertir; hace cinco años el ambiente era el opuesto", explica a la AFP el vicepresidente de la Asociación Brasileña de las Industrias de Materiales de Defensa y Seguridad (Abimde), Carlos Pieratoni Gamboa.
La Abimde, que agrupa a 170 empresas, espera inversiones por 120.000 millones de dólares a largo plazo, y para 2020 proyecta duplicar los 25.000 empleos directos que genera y elevar las exportaciones anuales de los actuales 1.700 millones de dólares a 4.000 millones.
Brasil, sexta economía mundial y con una enorme superficie de 8,5 millones de km2, busca proteger miles de kilómetros de frontera y gigantescas reservas petroleras oceánicas, garantizar la seguridad en el Mundial-2014 y los Juegos Olímpicos-2016 en Rio y mejorar su desempeño en el combate a los desastres naturales.
El país, que presume de haber sido el octavo exportador mundial de productos de defensa en los '80 y que hoy no supera el 30º lugar, según el sector, tiene las mayores Fuerzas Armadas de la región, aunque diezmadas por más de dos décadas de falta de inversión en equipos.
La relación de la presidenta y exguerrillera, Dilma Rousseff, con los militares pasó por momentos de tensión al impulsar la creación de la Comisión de la Verdad que investigará torturas y desapariciones durante la dictadura (1964-1985). Pero ella y su predecesor, Luiz Inácio Lula Da Silvia, también propiciaron el actual auge del sector al volver a invertir en equipos y considerar estratégica una industria bélica nacional.
Brasil lanzó en 2008 una "estrategia nacional de defensa" y este año Rousseff aprobó un plan de incentivos a la producción y compras nacionales.
Brasil compró submarinos y helicópteros a Francia con la condición de que se transfiriera tecnología y producción a territorio brasileño, resucitó el proyecto de un submarino nuclear que quiere comenzar a construir en 2016 y tiene pendiente la compra de 36 aviones cazas.
La industria de defensa de Brasil está en auge, al borde de un boom, alentado por incentivos públicos en un país empeñado en modernizar sus Fuerzas Armadas y crear un parque industrial de punta y exportador.
"Precisamos esa industria, porque es estratégica en nuestra soberanía: por el tamaño de nuestro territorio, por la extensión de nuestras fronteras y por haber sido agraciados con enormes riquezas", asegura Rousseff.
La política brasileña ya atrae empresas internacionales que buscan mercados en un mundo en crisis.
"Hay un claro movimiento de empresas extranjeras buscando a las brasileñas para asociarse", una estrategia que garantiza a Brasil la transferencia de tecnología y a los extranjeros el acceso a compras públicas que priorizan la industria nacional, explica a la AFP Oswaldo Luiz Guimaraes, gerente de ingeniería de la brasileña Jaraguá.
Esta empresa, que está ampliando su área de defensa para aprovechar el buen momento, se ha asociado con la italiana Oto Melara para producir cañones en Brasil e instalar un centro de asistencia para América Latina.
Brasil ve como mercados naturales a sus vecinos y a otros países en desarrollo, con los que ha intensificado la cooperación militar e industrial.
Varios países latinoamericanos participan de proyectos como el desarrollo del nuevo avión de carga KC-390 de la aeronáutica Embraer, con industrias de Argentina, Chile y Colombia, que también lo compraron.
Para el director del sitio especializado Defesanet, Nelson During, esa estrategia hace ganar clientes al país y contribuye a una industria regional, al tiempo que diluye el temor a un crecimiento militar brasileño.
La brasileña Flight Technologies, que el pasado fin de semana participó de la primera exposición de la industria de defensa en Brasilia, se beneficia de esas políticas: desarrolla aviones no tripulados para proteger fronteras y ya genera interés en países vecinos, explica a la AFP su gerente comercial, Noli Kozenieski.
El presupuesto de defensa de Brasil fue el 10º del mundo en 2011, con 36.600 millones de dólares, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), aunque tradicionalmente más del 80% es para pagar personal. Muchas inversiones, como la compra de cazas, han sido aplazadas.
Según datos del ministerio de Defensa, Brasil invierte 1,5% del PIB en defensa, menos que algunos vecinos y grandes países emergentes, aunque los incentivos y algunas partidas adicionales prometen beneficiar al sector.
"La situación es prometedora" para la industria brasileña pero enfrenta retos: que el gobierno garantice las inversiones que pretende pese a la crisis y que Brasil consiga posicionarse en este mercado altamente tecnológico y competitivo, más allá de los grandes exportadores como Embraer, dijo During a la AFP.
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