Para Darío Codner, físico y subsecretario de Investigación y Transferencia de la Universidad Nacional de Quilmes, hay que crear condiciones para que los progresos científicos de países en desarrollo no sean aprovechados solamente por empresas e instituciones del primer mundo.
Agencia CyTA-Instituto Leloir
El concepto de “transferencia tecnológica ciega” define un proceso inquietante: el hecho de que muchos avances científicos en países en desarrollo sólo sean aprovechados por empresas y compañías del primer mundo. Pero la situación parece empezar a revertirse. Un estudio en el Journal of Technology Management & Innovation muestra de qué manera avances científicos realizados en la Universidad Nacional de Quilmes, como el diseño de un medicamento contra el cáncer, fueron considerados e incluidos en patentes de compañías e instituciones extranjeras.
“Las herramientas de propiedad intelectual valorizan la producción del conocimiento”, señaló en diálogo con la Agencia CyTA uno de los autores del trabajo, Darío Codner, subsecretario de Investigación y Transferencia de la Universidad Nacional de Quilmes [otros firmantes del trabajo fueron el doctor Alberto Díaz, director del Centro de Investigación y Desarrollo en Biotecnología Industrial del INTI y Paulina Becerra, de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA]. Pero según Codner, “no alcanza sólo con patentar” para articular la interacción de la academia con la empresa.
¿En algunas disciplinas la frontera entre ciencia y tecnología es más difusa?
Sí. La biotecnología es un caso emblemático. A diferencia de otros
campos de conocimiento científico, el resultado de una investigación en
esta área puede inmediatamente concebirse como una tecnología. Por
ejemplo, un virus modificado genéticamente, diseñado para realizar
estudios en una universidad, adquiere valor tecnológico cuando una
empresa reconoce este desarrollo como una herramienta de utilidad para
encontrar nuevas drogas.
¿Cómo se puede aprovechar el conocimiento generado a nivel local?
Las instituciones que producen conocimiento no podrán resolver el problema del desarrollo industrial por sí mismas, pero deben ser actores para lograrlo. No alcanza sólo con patentar ni alcanza sólo con publicar, ese dilema al que se enfrentan las oficinas de transferencia tecnológica.
Desde su punto de vista, ¿cómo debería ser la apropiación de los resultados de investigación?
Es necesario desarrollar e implementar un set de acciones que complemente estas acciones, así como estimular la creación de empresas de base tecnológica. Hay que reconocer que siempre algo del conocimiento generado localmente se va a escurrir entre los dedos. Así es la ciencia. Sin embargo, debemos avanzar en el diseño de estrategias que mejoren nuestras posibilidades de apropiación de esos resultados.
¿Qué tipo de políticas recomienda para favorecer este proceso?
Los organismos de ciencia y tecnología deben tener equipos profesionales capacitados [en la transferencia tecnológica] y se deben desarrollar facilities (instalaciones u otro tipo de facilidades) para el impulso de empresas de base tecnológica. Es importante valorizar el conocimiento a través de herramientas de propiedad intelectual, trabajar cerca del sector productivo y social para poder acercarles soluciones e incorporar sus preguntas y problemas en las agendas de nuestros investigadores.
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