Escritor estadounidense. En la línea del anticonformismo californiano de la generación beat y utilizando un lenguaje agresivo y una temática marginal, a menudo obscena o violenta, elaboró una obra singular, entre cuyos títulos destacan El cartero (1971), Escritos de un viejo indecente (1969), Ordinaria locura (1976) y Música de cañerías (1983).
Hijo de un oficial norteamericano y de una alemana, su familia se trasladó a Estados Unidos cuando tenía tres años. El joven Bukowski creció en un barrio pobre, y durante la gran depresión económica iniciada en 1929 hubo de soportar la miseria y los castigos de su padre. Estudió periodismo mientras trabajaba en varios oficios, desde lavaplatos hasta aparcacoches, pero no llegó a graduarse y llevó una vida dispersa, entregada al alcohol y a un vagabundeo sin rumbo. De aquella época son sus primeros poemas y también algunos cuentos, que publicaría a partir de 1940.
En 1956 comenzó a trabajar en el servicio de correos, lugar que le serviría de inspiración para su primera novela, El cartero (1971), que protagoniza por primera vez Henry Chinasky, un alter ego destinado a reaparecer en todos sus trabajos posteriores, excepto en la novela Pulp, publicada póstumamente en 1994. A los cincuenta años abandonó el empleo en correos para "sobrevivir con el oficio de escritor".
En sus obras retrató toda una galería personajes estrafalarios y marginales: prostitutas, alcohólicos, vagos, buscavidas, jugadores arruinados y bravucones que circulan como sonámbulos o pícaros por una ciudad que los rechaza. Varios títulos de sus obras hablan por sí solos de sus líneas argumentales: Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones(1972) o Escritos de un viejo indecente (1969).
Estos temas también serían también los de sus libros de poesía, escrita en un verso rudo, escasamente lírico, de mensaje claro y áspero, pese a que en ocasiones afloran en sus poemas los sentimientos y hasta un estado de felicidad. Sus relatos breves, como sus poemarios, están escritos en un lenguaje directo, funcional, que cuenta ágilmente una historia con un final por lo general subido de tono y con una atmósfera una veces sórdida y otras atravesada por la comicidad y el habla coloquial más descarnada.
De sus recopilaciones de relatos destaca Música de cañerías (1983); las treinta y cuatro narraciones de que consta el volumen ofrecen al lector un sórdido recorrido por la vida nocturna de Los Ángeles. Personajes marcados por todo tipo de fracasos se cruzan durante unos minutos en una habitación, un bar o una esquina para compartir soledad y alcohol. El tono general es de un humor grotesco, y el estilo narrativo resulta siempre muy económico, espontáneo y directo. Muchos de los personajes esbozados son artistas y escritores de escaso éxito hasta el momento, entre los que destaca de nuevo su alter ego, Henry Chinaski, cínico intelectual y amante incansable que protagoniza varias de las narraciones.
El elemento autobiográfico es en el fondo el aglutinador del conjunto de la obra de Bukowski, quien se empeña en magnificar, incluso con recursos cómicos, su condición de bebedor y mujeriego empedernido, de habitante de submundos relacionados con sus numerosos empleos y ambientes deportivos como el de las carreras de caballos, el boxeo o el béisbol. Sus relatos describen siempre realidades degradadas (en realidad, incluso sus novelas no son más que secuencias de narraciones breves unificadas por un yo narrador), reflejo de la monstruosidad de ciertos ámbitos de las ciudades norteamericanas, especialmente Los Ángeles. Sus continuas variaciones sobre pocos temas predilectos lo relacionan, más que con los escritores de su generación (aunque su prosa pueda recordar a la de Henry Miller), con los pintores del hiperrealismo.
La obra de Charles Bukowski recibió tantas críticas negativas como positivas. Se le acusó de practicar un estilo soez como mero exhibicionismo literario y de reiterar sus obsesiones de modo efectista. Otros críticos, en cambio, realzaron su autenticidad y su condición de escritor maldito. El "fenómeno Bukowski" irrumpió en Europa con grandes triunfos editoriales, pero permaneció prácticamente ignorado por los críticos y los lectores de su país. De hecho, el Bukowski poeta (a menudo convocado para lecturas de versos en las universidades norteamericanas) gozó de mayor popularidad en Estados Unidos que el escritor, al contrario de lo que ocurrió en el viejo continente.
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