Mentirosos ocasionales y compulsivos tendrán que tener en cuenta de ahora en adelante que, aunque no les crezca la nariz como a Pinocho, dejar de contar mentiras, grandes o pequeñas, mejora la salud física y psicológica.
Lo comprobó un estudio realizado por científicos de la Universidad Notre Dame de Indiana, en Estados Unidos, que sometió a 110 personas de entre 18 y 71 años a un curioso experimento a lo largo de diez semanas.
Cada semana, la mitad de los voluntarios era instruido para
no decir ni siquiera una sola mentira: "No pueden mentir por
ninguna razón", se les ordenó.
"Pueden omitir verdades, negarse a responder preguntas y
guardar secretos, pero no pueden decir nada que sepan que sea
falso", agregaron los investigadores.
En cambio la otra mitad del grupo de voluntarios no recibía
ninguna indicación al respecto.
Durante la investigación, el vínculo entre mentiras y salud
resultó cada vez más fuerte: "Cada vez que la tasa de mentiras
subía, la salud de los participantes empeoraba. Y cuando bajaban
las mentiras, la salud mejoraba", explicó Anita Kelly, profesora
de Psicología y autora principal del estudio.
Cuando los participantes del grupo que no debía mentir
dijeron en promedio tres mentiras menos por semana -subrayó
Kelly- su salud mejoró en promedio en cuatro áreas.
Según el informe presentado en una conferencia de la American
Psychological Society menos mentiras tuvieron su correlato en
menos dolores de garganta, resfríos y dolor de cabeza.
Desde el punto de vista psicológico, hubo asimismo menos
melancolía y tensión.
Según los especialistas, mentir está asociado con un aumento
del estrés: todo un desafío sanitario, entonces, para los
adultos norteamericanos que mienten en promedio 11 veces por
semana.
Para Linda Stroh, profesora de la Universidad Loyola de
Chicago, los resultados del estudio son consistentes con sus
propias investigaciones sobre la verdad: "Cuando uno no miente
tiene menos estrés", aseguró.
"Sin duda es un objetivo valioso tener gente más honesta y
genuina, que interactúe con los demás de un modo más honesto",
comentó el psicólogo Robert Feldman, de la Universidad de
Massachussetts.
"Soy un poco escéptico -admitió- sobre el hecho de que nos vuelva a todos más saludables, pero sin duda nos hace más saludables de un modo psicológico".
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