En un atentado que muy burdamente se pretendió hacer pasar por un accidente carretero, muere el obispo Enrique Angelelli, quien había nacido en 1923. Vicario de la parroquia de Alto Alberdi, asesor de la Juventud Obrera Católica, profesor de Derecho Canónico y Doctrina Social de la Iglesia en el Seminario Mayor, y profesor de Teología en el Instituto Lumen Christi, fue obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba y luego, designado por Paulo VI obispo de La Rioja. Tanto su labor pastoral como su defensa de los derechos humanos y su crítica a las políticas represivas, lo volvieron un personaje sumamente incómodo para la dictadura militar. VIDEO
Monseñor Angelelli era obispo de La Rioja. Fiel a la misión de Pastor de su pueblo, se convirtió en el Defensor de las causas justas y de los hermanos más humildes y oprimidos. Lo acompañan en esta tarea sus laicos, religiosas y sacerdotes. Comienza entonces la persecución contra la Iglesia en La Rioja.
Se encarcela y persigue a laicos, catequistas, luego a monjas y sacerdotes, muchos de los cuales son expulsados de la provincia por las autoridades de seguridad. Algunos son encarcelados y otros, después de ser liberados por falta de motivos, son expulsados del país.
Esta nueva campaña de difamación y ataque abierto, tampoco tiene mayor resultado en asustar a los cristianos.
Se pone en marcha entonces un plan sangriento: asesinar a algunos para que escarmienten todos. El mismo Monseñor Angelelli lo advierte en conversaciones con posibles amenazados para que sean precavidos.
Las primeras víctimas son dos sacerdotes: el padre Gabriel y el padre Carlos de la Parroquia de Chamical. Hasta allí llegan a medianoche hombres vestidos de civil que mostrando credenciales de Policía Federal piden a los Sacerdotes que los acompañen a reconocer a unos detenidos.
A las pocas horas se escuchan muchos disparos. A la mañana siguiente los dos sacerdotes son encontrados acribillados a balazos a la entrada del pueblo, junto a las vías del ferrocarril. Uno de ellos había sido torturado, antes de ser masacrado a tiros.
La noticia corre como reguero de pólvora. El Chamical, La Rioja entera se llena de estupor y tristeza. Nadie pregunta el por qué. Todos lo saben. Dolor, impotencia compromiso se hacen como una sola mesa. “Hay que seguir, Dios lo quiere, La Rioja lo necesita”.
A la semana siguiente hombres encapuchados van a buscar al Párroco de Sañogasta, el cual, avisado por Monseñor Angelelli, había abandonado la localidad.
Fueron entonces a buscarlo a la casa de un laico que trabajaba en el movimiento rural, donde pensaban podría estar. Al salir éste al llamado de la puerta y al decir que no sabía el paradero del sacerdote, lo ametrallaron. Pocas horas después recorrió en el hospital.
Los sacerdotes, sabiendo por amenazas recibidas por Monseñor Angelelli que había una lista en la que él mismo estaba amenazado, le pidieron que se fuera de Rioja, a lo que él respondió: “Eso es lo que buscan, que yo me vaya para que se cumpla lo del Evangelio, heriré al pastor y se dispersarán las ovejas...”
Y se fue a Chamical para acompañar a sus hijos doloridos que han perdido a sus pastores asesinados y para hacer una investigación de los hechos.
Desde Chamical denuncia públicamente a los posibles autores del crimen y pide una investigación seria y profunda a las autoridades. No es escuchado. (imagen der: Angelelli junto a Menem en La Rioja, en una procesión)
El 4 de agosto, con una carpeta llena de pruebas irrefutables decide viajar a la capital provincial para presentarlas a los responsables de la seguridad pública y exigir justicia. Se dirige a La Rioja. En un lugar llamado Punta de los Llanos aparece muerto, con el cráneo destrozado a golpes. Asesinado. La versión oficial de los hechos habla de “un grave accidente”.
Obispado de La Rioja. Fragmentos del documento: Enrique Angelelli Mártir. 1991.
El 18 de julio a las nueve y media de la noche, sacerdote Carlos Murias, fue secuestrado junto con el sacerdote Gabriel Longueville de la casa religiosa donde vivían. El 20 por la tarde un empleado ferroviario encontró los cadáveres de ambos sobre una vía, maniatados, con restos de cinta adhesiva y algodón en la boca. Uno de ellos había sido mutilado y la autopsia indicó que había padecido una muerte lenta.
Los cuerpos estaban cubiertos por mantas del Ejército y junto a ellos había una lista con nombres de sacerdotes. Pérez Battaglia prohibió que se publicara el comunicado del obispo y hasta el aviso fúnebre que informaba del asesinato. En cambio firmó un comunicado en el que, ante denuncias sobre desaparición de personas, anunciaba más operaciones para "erradicar definitivamente de la provincia a los delincuentes subversivos e ideológicos".
Angelelli fue asesinado cuando viajaba a Buenos Aires con una denuncia sobre el secuestro y asesinato de sus sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos Murias. El diario vaticano L’Osservatore Romano presentó el caso como un "extraño accidente".
Un sacerdote que llegó a poco del vuelco intentó retirar el maletín, la carpeta y las pertenencias de Murias y Longueville que Angelelli llevaba consigo, pero los militares se lo impidieron.
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