La mujer, que fue víctima de explotación sexual, la conocía Marita Verón como “Mariana”. La identificó en una foto que aparece con su hija Micaela. Dijo que estaba en lo de Gonzalo Gómez, uno de los imputados en la causa.
La foto de Marita sonriente con Micaela en brazos, cuando su hija tenía 2 años, es la que Graciela A. reconoció hace nueve años como “una chica que vive en la casa de Gonzalo (Gómez) y Paola (Ceballos, su pareja) y le decían Mariana”. Hoy, la testigo dijo no saber nada de María de los Ángeles Verón, pero sí admitió haber hecho aquel reconocimiento de fotos, y ratificó ese tramo de aquella declaración.
Pese a que dijo no tener miedo de declarar, a Graciela, de 32 años, se la vio asustada y con respuestas mínimas, aún antes de concluir la pregunta. Es comprensible: vive en Frontera –una localidad santafesina que parece adosada a la cordobesa San Francisco–, y tiene entre sus vecinos a José “Lala” Gómez (padre de los mellizos Gonzalo y José “El Chenga” Gómez), y a Claudio Jorge “Ojito” Calderón, el “fiolo” que la alquiló al Candilejas, el prostíbulo de Gonzalo.
Fue “El Chenguita” –como le dicen a Gonzalo– quien la llevó a La Rioja en un Megane Scénic azul con vidrios polarizados, previo arreglo con Calderón, su pareja desde hacía dos meses. “A mí, (Calderón) me lo presentó como primo”, dijo.
En su declaración policial, ratificada luego en sede judicial, la mujer había descrito los malos tratos que han contado ya todas las testigos que pasaron por los burdeles de los Gómez y de su madre, “Liliana” Medina; también había identificado a varios de los habitués y probables cómplices. Pero hoy hizo todo lo posible por no entrar en detalles, “ayudada” –acotada– por las permanentes y nerviosas objeciones de los defensores de los riojanos. Aún así, brindó información importante.
“Paraba en la casa de Gonzalo”, señaló. “Había una chica que cocinaba, que le decían Mariana”, recordó, tras haber ratificado que con ese nombre conoció a la joven cuya foto había reconocido en 2003, y que era la de Marita con su hija en brazos. Su descripción, en ese momento, coincidió con la de la joven desaparecida. Contó que le cocinó un par de veces. “Yo, mayormente comía en el dormitorio, sola”.
La testigo ratificó que Mariana/Marita le había comentado “que tenía un varoncito que estaba con el padre”. Otras dos testigos que fueron víctimas de trata declararon que Marita fue embarazada por “El Chenga” Gómez y obligada a tener un hijo de él.
“A los tres o cuatro días le pedí a la señora (Ceballos) si podía salir a caminar, porque me aburría”. Siempre la acompañó su “fiolo”. Otras dos chicas que estaban en el Candilejas, en cambio, dio a entender que estaban privadas de su libertad: “Una (era) de Córdoba, Anahí; le decíamos 'la cordobesita'. Y la otra, creería que Alejandra, de Tucumán. Hacía largo tiempo que estaban. Ellas vivían únicamente en la 'whiskería'. No nos dejaban hablar entre nosotras, era un código”.
Con el término “código”, los proxenetas de La Rioja denominan las estrictas restricciones impuestas a las mujeres explotadas o esclavizadas, bajo pena de violencia física o de elevadas “multas” que descuentan de sus magras ganancias, con lo cual prolongan su cautiverio. A diferencia de lo que había declarado en 2003, Graciela ahora negó haber oído hablar de venta de mujeres. “En una ocasión solamente, el muchacho que me había llevado a mí, me decía que me iba a vender”, comentó.
En esas caminatas, la testigo pasó por delante de Candy y de El Desafío, los otros dos prostíbulos de los Gómez y Medina. También identificó a un hombre con una cicatriz en la cara –el acusado Carlos Luna–, “uno que cuidaba la puerta de la habitación cuando hacíamos los 'pases' o nos íbamos a cambiar”.
Por las dudas, los abogados de los imputados prácticamente no le formularon preguntas. Pero apenas dejó la sala, el defensor Roberto Flores pidió que el reconocimiento fotográfico no sea tomado como prueba. Si bien es defensor de los hermanos Víctor y María Jesús Rivero, y no tiene ningún interés en esa testigo, el doctor Cergio Morfil le dio una mano y, al adherir a su pedido, desplegó la fundamentación que le había faltado a su colega.
Es de suponer que el tribunal les dirá que no, con los mismos argumentos con los que rechazó varios planteos similares: ya venció largamente el plazo para objetar las pruebas propuestas por las partes, y en ese momento, nadie dijo nada.
Continuidad
El juicio continúa hoy, a partir de las 8.30 por la mañana, recordando que los miércoles no hay audiencias por la tarde.
Testigo desistió de declarar
Al comienzo de la audiencia de ayer, los abogados defensores se pronunciaron respecto a las rondas de testigos que vienen, los cuales casi todos son presentados por esa parte del caso.
El primero en tomar la palabra fue el abogado Carlos Posse, defensor de Irma Medina, quien desistió de la declaración de 11 testigos.
Por su parte la querella desistió de la declaración de un agente de la SIDE que había investigado la causa.
El abogado Hernán Molina por su parte, desistió de 9 testigos.
La lista de las casi 70 personas que quedaban por declarar se reduce de esa manera a 50 testigos que faltan.
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