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31/07/2012 - Causa Marita Verón

"Mi padre murió de tristeza" dijo el hermano de Marita

Vendieron el departamento del Barrio El Gráfico, una casa que pertenecía a Susana Trimarco y el auto de la familia. Horacio Verón, hermano de Marita fue testigo en otra jornada de juicio y dijo que por momentos no tenían ni para tomar un café. En 2005, Daniel Verón, su padre, tuvo un ACV y falleció. “Se murió de tristeza”, afirmó el joven.

Por Patricia Acosta

Llegó a tribunales un poco antes de las 8:30. El saco gris de pana suave rayada no alcanzó para disimular la tención. Horacio Verón ni siquiera pudo registrar el trayecto, desde el ascensor, hasta la sala de testigos. De pronto estaba ahí, sentado contra una pared, cerca de la puerta de acceso a la sala de audiencias. “Que pase el testigo”, ordenó el presidente del tribunal, Alberto César Piedrabuena. 

Sentado frente a los jueces, Horacio, relató los hechos relacionados con la desaparición de su hermana. “Mi papá me llamó por teléfono el 6 de abril (de 2002) y me contó, muy angustiado lo que ocurría; supongo que no me avisó antes para no asustarme”, recordó Horacio. “Vine a Tucumán inmediatamente, en avión, y me quedé cerca de 4 meses buscando a mi hermana”. Horacio vivía en Rio gallegos, Santa Cruz, desde el 2000 y trabajaba como repositor y músico en un pubs –actualmente se desempeña con un cargo en la Dirección de Migraciones de la Nación en esa provincia-.

Ante la pregunta del abogado de la querella, Carlos Varela Álvarez, Horacio dijo que supo que ese día, (3 de abril de 2002) Marita tenía un turno en la Maternidad para hacerse estudios previos a la colocación de un DIU (Dispositivo Intrauterino). Nunca llegó. “Mi mamá me contó que ese día, la golpearon y se la llevaron en un auto Fiat Duna”, dijo Horacio y agregó que no recordaba si le especificó el color del auto. 

Sin quebrarse contó los hechos que los llevaron a buscar a Marita en El Chañar: “Mi papá recibió una llamada de un comisario, creo que era (Víctor Hugo) Lisandro que trabajaba en la Brigada Norte y le dijo que testigos vieron a una chica muy asustada que se escondía en los cañaverales. Fuimos al lugar y nos dimos con que eran unos niños los que, supuestamente, la vieron. No encontramos nada. El comisario (Jorge) Tobar nos decía que mi hermana no estaba ahí, que era una pista falsa”. Esto ocurría el mismo mes de la desaparición: abril de 2002. La investigación a cargo del ex comisario Tobar ya marcaba una ruta sorprendente: la trata de personas y la red que vinculaba a Tucumán con La Rioja. 

“El testimonio de Horacio Verón sirvió para aclarar algunos detalles como lo de las llamadas recibidas por Susana (Trimarco) desde Rio Gallegos desde un celular con característica de santa Cruz que hizo su hijo y en las que creyó oír la voz de Marita”, explica el abogado de la acción civil, Carlos Garmendia y sigue: “también para confirmar la corrupción policial de esos años y de la complicidad del poder de turno que le cerraba las puertas a una madre desesperada que buscaba a su hija”. Garmendia dijo también que el relato puso en evidencia la hipótesis de la querella que sostiene que Lisandro y Rubén Ale, sembraron pistas falsas para desviar la investigación y alejarla de La Rioja. Verón contó que una tarde, un comisario de apellido Brito, fue a su casa para pedirle a su madre $1.500 para empezar a buscar a Marita. El letrado destacó, además, lo que Horacio dijo en relación a Micaela, la hija de Marita: “No se dormía sin su mamá, no se cómo sobrevivió en medio de policías, llanto y amenazas. Mi mamá tuvo que reponerse de la tristeza para contenerla”. 

Al promediar la mañana, antes del cuarto intermedio, respondiendo a una pregunta del defensor de Liliana Medina, Carlos Posse, Horacio relató uno de los viajes a la Rioja. Aclaró que su familia se enfrentó a muchas trabas puestas por “el juez de allá” y que en un segundo viaje la comisión encabezada por Tobar pudo rescatar a una joven: “Anahí era su nombre, estaba muy golpeada, tenía un ojo rojo y morado”, recordó Horacio. “La vi, era alta y delgada y nos dijo que estuvo secuestrada en uno de esos prostíbulos, no me acuerdo en cual de ellos”, agregó. 

Las partes no hicieron muchas preguntas. La audiencia de la mañana fue más corta de lo esperado. Los jueces estiman que en octubre podría dictarse sentencia aunque aun restan unos 60 testigos, entre ellos, dos víctimas de trata. El tribunal desocupó al testigo y llamó a otra audiencia para la tarde. 

Horacio salió de la sala más distendido, sin embargo se negó a hablar con los periodistas. “No quiero que nada de lo que pueda decir ahora pueda entorpecer el juicio”, se disculpó. Dijo que se quedará hasta el fin de semana antes de regresar a Rio Gallegos. Es probable que su mente repita como eco sus propias palabras como un símbolo de esperanza: “mi hermana es muy simpática pero tiene un carácter muy fuerte. No es de las que se dejan llevar por delante así no más”. Bajó por las eternas escaleras del Palacio de Tribunales y se fue.