La Catedral de Salta repleta en el inicio de la Fiesta del Milagro, una de las manifestaciones religiosas mas convocantes del país. Rostros emocionados ante la bendición del padre. Pantalla gigante en la puerta de la iglesia.
La Catedral de Salta es un edificio lujoso, una de las iglesias más imponentes del norte argentino. El sábado comenzó la Fiesta del Milagro que todos los años convoca a miles de fieles, en una sociedad donde la fe católica está muy arraigada.
“El Milagro no es una creencia, está en la trama profunda de la
fe de un pueblo que le marca un estilo de vida”, expresó el
arzobispo de Salta , Mario Cargnello, ante cientos de fieles que
participaron en el sábado a la tarde, de la entronización de los
patronos tutelares de la provincia.
La gente participaba emocionada, necesitaban la bendición del
padre que transitaba entre la multitud arrojando el agua bendita.
Algunas madres derramaron más de una lágrima cuando lograron que su
niño o nieto fuera tocada por ese especial líquido transparente. La
fe moviliza.
El evento religioso comenzó el sábado pero se extiende hasta el 15 de septiembre con la gran procesión de la que el año pasado participaron más de 100 mil personas. Durante la semana se hacen misas para las escuelas y colegios. Los fines de semanas para organizaciones sociales, gremiales, empresariales, etc. de esta manera gran parte de la comunidad salteña participa directamente. Una práctica cultural que atraviesa a todos los sectores sociales.
El dorado edificio, con adornos barrocos e italianos, estaba colmado. En la entrada para los que transitan por la Plaza 9 de Julio se dispuso pantalla gigante. Nadie está exento.
La historia
A fines del siglo XVI llegó al puerto peruano de El Callao, la imagen de un Cristo en una cruz que había sido rescatada de un naufragio. La nave hundida venía de España, y su mística carga había sido pedida por el obispo de Tucumán Fray Francisco de Victoria para donarla a la ciudad de Salta, y conmemorar así los diez años de su fundación, en 1582.
Un siglo más tarde, cuando la tierra salteña tembló con el devastador terremoto del 13 de septiembre de 1692, el sacerdote José Carrión recibió en sueños la revelación de que el sismo terminaría si se sacaba al Cristo en procesión.
Así ocurrió el 15 de septiembre de ese año: el terremoto cesó después del recorrido que se hizo por las calles de la ciudad con las imágenes de Jesús Sacramentado y la Virgen María.
La festividad del Milagro es conocida en todo el mundo y reúne a más de 200.000 fieles cada año. Desde San Antonio de los Cobres un centenar de fieles camina durante cuatros días unos 170 kilómetros para estar presentes en esta fiesta religiosa.
También vienen misachicos desde los Valles Calchaquíes y siempre aparece uno nuevo del lugar menos esperado. Al llegar a la ciudad, las campanas de la catedral resuenan para recibir a los peregrinos. Esta festividad concluye con profunda emoción, cuando en la plaza 9 de Julio frente a la catedral miles de manos con pañuelos blancos se despiden al Señor y la Virgen con la ilusión de que proteja y ampare el trabajo, la salud y la familia.
La Catedral salteña
Se terminó en 1882, configura un conjunto singular junto al Palacio Arzobispal, de concepción neocolonial. Se venera la imagen del Cristo Crucificado (el Señor del Milagro), que obsequiara el Obispo del Tucumán Monseñor Francisco de Victoria, presente en la fundación de la ciudad.
También alberga al Panteón de las Glorias del Norte, que guarda los restos de los generales Martín Miguel de Güemes, Alvarez de Arenales y Rudecindo Alvarado.
Sebastián Ganzburg
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