Tercera parte del diario de un hombre cincuentón que atraviesa los senderos de la vida como puede. El primer texto se publicó en la edición del 30 de junio. En esta oportunidad el personaje su bohemia, la cumbia y “La strada”, de Fellini.
Cuento completo
22 de julio
Qué fin de semana curioso. En realidad comenzó la mañana del jueves cuando acompañé a un amigo a la inauguración del Letrarte. Un encuentro donde participan escritores de diversos países, de provincias vecinas y lejanas. Eso fue cerca del mediodía. El sol se impuso cordialmente. Los pasos se mantenían rectos y nuestras palabras no tardaban en salir, sin convertirse en torrente. Cuántas letras juntas, pensé. Salimos del acto, comimos unas empanadas y un par de vinos como consecuencia. Los suficientes para advertirnos que estábamos en vacaciones, no es mi caso, pero me doy maña para que el trabajo funcione a media máquina. Época del año jodida, frío, bufandas y guantes. El vientito norte nos regaló calidez necesaria.
La charla se prolongó arduamente. Creo que terminamos de hablar, cuando me dijo, gracias por perder tu tiempo conmigo. Nos saludamos con un beso afectuoso, él me palmeó la nuca, sigilosamente, con afecto. La noche se convirtió en una sucesión de imágenes. No recuerdo cómo llegué a mi cama, pero el viernes no pude levantarme temprano y falté al trabajo sin demasiadas explicaciones. Que me descuenten el día, no tiene importancia. Me dolía la cabeza terriblemente. Lo último que recuerdo es que estábamos en Managua tomando whisky, se había generado una mesa larga, llena de vida. Amanecí para la merienda. Opté por un vestuario cómodo pero a la vez elegante. Algo con lo que se puede caminar, sin sufrir cayos pero que en una cena media percha, se zafa sin dilaciones. Llevaba encima un bolsito de mano, fundamentalmente, para cargar un libro y la netbook, práctica habitual. Tomé café con leche, mientras interactuaba en facebook. Entre chat y posteo se hizo de noche. Quedamos en reunirnos en casa de una amiga. Nos fuimos al teatro. A la salida, nos sentamos en una parrillada para terminar en casa de Tino, tocando la guitarra, maltratando las palabras con un insostenido balbuceo embriagado.
El sábado me la pasé en casa. Acostado. Haciendo zaping. Me gusta ver “Pasión de sábado”, pongo la tele en mudo, disfruto del culo de las chicas, mientras macaneo con la computadora. Por la tarde me visitó mi hija con su novio. Tomamos mates, conversamos de Fellini. Mi cuñado había visto recientemente La Strada esa genialidad de Federico que data del '54. Una road movie hacia la muerte le comenté. La mujer con cara de alcachofa elige seguir su destino, no puede escaparle. Prefiere esa muerte segura, trágica. La libertad no la seduce. Decide quedarse con Zampano. Sufrir, llorar, sentir dolor. Total el mundo no la necesita.
Continuará...
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