Enviar Nota | Imprimir

AMPLIAREl querellante José DAntona, los defensores Cergio Morfil y Jorge Cáceres fueron multados

Multaron por mala conducta a abogados defensores y de la querella

Los defensores Cergio Morfil y Jorge Cáceres y el querellante José D’Antona, debido a la mala conducta que éstos desempeñaron a lo largo del proceso fueron multados por el valor de una consulta escrita –1.500 pesos–, que deberán pagar antes de 15 días.

Al iniciarse, ayer, la última jornada de la semana del juicio por la desaparición de María de los Ángeles Verón, el Tribunal dio a conocer la decisión de sancionar a los abogados defensores Cergio Morfil y Jorge Cáceres y el querellante José D’Antona, debido a la mala conducta que éstos desempeñaron a lo largo del proceso.

Los letrados fueron multados por el valor de una consulta escrita –1.500 pesos–, que deberán pagar antes de 15 días. 

D'Antona dijo que aceptará la sanción, mientras que Morfil y Cáceres anticiparon apelarán la decisión de los jueces. Además, estos últimos responsabilizaron de la situación al tribunal, por permitir abusos de D'Antona. 

Durante la jornada debía continuar su declaración la testigo Andrea D, pero sufrió una descompensación y no se presentó, por indicación médica.

A raíz de esta situación se dispuso citar al testigo José Antonio González, a quien buscaban desde hace dos semanas y que en 2002 había dicho que había visto a una chica parecida a Marita caminando por el microcentro.

Se trata de un testigo del defensor Carlos Posse, una de las tantas personas que, en los dos primeros meses tras la desaparición de Marita, vio a una joven parecida a ella. Se cruzó en la peatonal Fray Ildefonso de las Muñecas “con una mujer joven, bonita, como hay muchas más”; y no lo registró hasta 15 o 20 días después cuando, haciendo un trámite en la Jefatura de Policía, vio los afiches con el rostro de Marita y “lo asocié con esa chica” que había visto. Se lo comentó a alguien, lo oyó un policía y le tomó declaración.

González nunca estuvo seguro de que fuera Marita, y se olvidó del asunto. Cuando le llegó la citación para el juicio, ni siquiera sabía por qué tenía que declarar, ni quién había propuesto su nombre. En un juicio que ya lleva más de cinco meses y sólo la mitad de los 150 testigos, esa pérdida de tiempo es inexcusable.