La poeta, cantora, compositora y musicóloga, nacida en Tucumán, Leda Valladares, que padecía desde hace años el Mal de Alzheimer y que realizó una de los máximos rescates de la música andina del Norte argentino dejando un legado que permanecía casi impenetrable, murió hoy( viernes 13 de julio) los 93 años.
Valladares, que en la década del 50 conformó dúo con María Elena Walsh y que trajo a las ciudades el ancestral canto con caja, la baguala y la vidala como un tesoro propio aunque desconocido, será despedida con un responso íntimo mañana a las 11 en el Panteón de Sadaic del Cementerio de La Chacarita.
La tucumana , formada en la cultura letrada y criada entre las sonoridades de tradición europea, la tucumana Leda Valladares abrazó el legado oral y muchas veces anónimo de la música andina y, a partir de ese compromiso y más allá de otros méritos, dejó una enorme trabajo como recopiladora en el que abrevan los artistas de este tiempo.
Sus investigaciones, más próximas a la antropología que al perfil del músico profesional, le permitieron rescatar un paisaje musical amenazado por el crecimiento de la industria, tantas veces despiadada con los matices y las expresiones locales.
Sin embargo fue justamente ese apego por encontrar y reproducir el linaje de la música popular el que la condujo a la sociedad musical con María Elena Walsh, a partir de 1951.
La poetisa bonaerense, fallecida el año pasado, despuntaba una pasión por las nuevas expresiones y el mestizaje que se apropió del dúo potenció sus propuestas.
Leda, hermana de Rolando “Chivo” Valladares –otra figura indispensable del folclore- nació el 21 de diciembre de 1919 y aprendió de su padre a entrenar su oído musical.
Mientras estudiaba filosofía y Ciencias de la Educación, la música clásica dominaba el contexto sonoro de su formación.
Con ideas de libertad estética, Leda formó su primer grupo antes de cumplir los 20 años acompañada por talentosos amigos y con un sentido lúdico como guía: F.I.J.O.S (Folklóricos, Intuitivos, Jazzísticos, Originales y Surrealistas), con Adolfo Abalos, Manuel Gómez Carrillo, Enrique “Mono” Villegas, Gustavo “Cuchi” Leguizamón y Louis Blue.
Formada en lenguajes musicales ajenos a la tradición de su tierra, Leda siempre evocaba su primer contacto con la baguala, a los 21 años: “Estaba en Cafayate, una noche de Carnaval. Me desvelaron tres mujeres que se detuvieron frente a mi balcón. Yo nunca había oído hablar de la baguala y entonces me parecía que tenía que ser algo muy misterioso, muy poderoso. Después de escucharlas me prometí recuperar semejante regalo de la tierra”.
“Eran rastros de una canción que tenía muchos siglos y se estaba descolgando, estaba desapareciendo. Salí a buscar los vestigios de este milagro que hasta ese momento desconocía. Entonces tomé una especie de conciencia bastante trágica. Un país que estaba al borde de perder su historia, sus tradiciones, y nadie se daba cuenta de que todo eso se estaba muriendo o que ya estaba muerto”, recordaba.
Su etapa más difundida como intérprete y compositora fue la forjada junto a María Elena Walsh, con quien se instaló en Francia en 1952. En conjunto trabajaron un patrimonio conformado por carnavalitos, bagualas y vidalas; además de desarrollar composiciones propias, un oficio que ambas cultivaron con originalidad.
En París grabaron sus primeros álbumes, en los que incluyeron temas propios como "Dos palomitas" y "Huachi tori" y se relacionaron con otros artistas, como la chilena Violeta Parra o la estadounidense Blossom Dearie.
De vuelta en la Argentina, en 1956, Valladares y Walsh realizaron una extensa gira por el Norte argentino, en donde reunieron varias canciones que fueron grabadas luego en sus dos primeros discos: "Entre valles y quebradas" I y II, ambos de 1957, celebrados en el ambiente folclórico de la época.
Un aporte medular fue condensado en “Mapa musical argentino”, una recopilación de obras populares editadas entre 1960 y 1974 por el sello Melopea que dirigía Litto Nebbia. Era una serie de once álbumes testimoniales y documentales de música del norte argentino.
“Con mi modesto grabadorcito a cuestas fui recogiendo el folclore desde Ecuador hasta Santiago del Estero. Y así, con mucha paciencia, fui reconstruyendo el mapa musical del país, y arrancando esos cantos de callejones, ranchos, valles, quebradas o corrales. Lugares donde la gente se reunía o pastores en su soledad, en medio del valle”, explicaba.
Esa antigua huella de canto y caja, que han recogido luego otros artistas contemporáneos como Liliana Herrero o Raúl Carnota, Valladares se la enseñó también a los artistas del rock (Fito Paez, Pedro Aznar, León Gieco, Gustavo Santaolalla).
Afectada por el Alzheimer, Leda se retiró de la vida pública en 1999. Antes había entregado otras obras tan consagradas como imposibles de conseguir hoy en las bateas: “Igual rumbo, grito en el cielo” (1989), “Grito en el cielo II” (1990) y “América en Cueros” (1992)
“Antes de mirar el mundo me puse a oírlo”, afirmó alguna vez. Con ese concepto vivió sus 93 años.
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