La artista Lucrecia Rosemberg, murió ayer a los 76 años. Desde los 18 años comenzó a desandar su talento por la escultura, mostrando a la mujer en sus diferentes dimensiones. “Lucrecia se despidió en mis sueños”, dijo el artista plástico jorge Lobato Cornel quien conoció a Lucrecia de toda la vida.
La artista Lucrecia Rosemberg, ganadora de importantes premios y ex jefa de la Sección Escultura de la Facultad de Artes de la UNT, su obra en cerámica fue caracterizada por presentar principalmente a la mujer en sus diferentes dimensiones.
La escultora manifestó días pasados su agradecimiento por la posibilidad de mostrar sus obras en una facultad de ingeniería: "El arte se hizo para ser difundido, no importa donde esté, por más que estemos hoy presentando mis obras en una casa de ciencias duras, lo principal es que se la muestre, así sea en cualquier ámbito. Además agradezco al Decano de esta casa por la iniciativa de impulsar el arte y permitirme mostrar mis trabajos."
Cuando comenzó a descubrir el mundo del arte, a los 18 años, era una estudiante inquieta y apasionada, nacida en el seno de una familia de clase media que soñaba con verla convertida en doctora. "Mi maestro, José Alonso, me invitó a aprender en su taller, aunque mis padres nunca lo supieron hasta que gané mi primer reconocimiento, que salió publicado en La Gaceta", relató, entre risas, en una entrevista del 15 de diciembre de 2006
A partir de ese momento, Lucrecia ganó el apoyo de sus padres y el ánimo para dedicarse a la escultura, su verdadera vocación.
Así, logró recibir el título de profesora en la Facultad de Artes y realizar una maestría en Historia del Arte en Estados Unidos.
Durante los años siguientes, la artista recorrió el país y el mundo con su obra, dejando huellas tanto en El Cadillal, en Lules y en Las Termas de Río Hondo como en Puerto Rico, en Canadá, en Israel, en Australia y en Cuba, país por el que sentía un especial afecto y al que le dedicó gran parte de sus creaciones.
“Lucrecia se despidió en mis sueños”
Dijo el artista plástico jorge Lobato Cornel quien conoció a Lucrecia de toda la vida.
Conocí a Lucrecia desde que nací. Fue compañera de mi tía la escultora Ruth Coronel, quien siempre contaba risueñas anécdotas de Lucrecia, de sus ocurrencias y de sus obras, recuerdo que le dijo: ‘¿te acordás cuando te dije, mostrandote la cabeza, quiero a mi hijo aunque sea un monstruo?’ y venia la carcajada de ambas. En lo personal, considero que se fue una memoria viva de la época de oro del arte en Tucumán, del departamento de arte ya que fue contemporánea de grandiosos artistas.
De niño siempre admiré la mujer del Cadillal, guardo una diapositiva de la época. Hay una foto de su abandono, como pasa con las obras de arte publicas. Siempre a la par del alumno sumergida en los materiales, luego de que falleció mi tía Ruth en 2005 ella me dijo ‘vení querido a sacarle fotos al arlequín de la Ruth yo llegué con masas y la cámara, hablamos de mi colección arte y quería canjearme obras por las de mi colección. Se le iluminaba el rostro. Ese día volví con las fotos del arlequín que jamás había visto y una maternidad de ella que elegí por que era similar a la que yo veía en la escuela Belgrano cuando hice mi primario. Lo más hermoso para mi era el cariño que se tenían con mi tía por que lo otro, el ser un referente de la escultura durante 50 años nadie se lo va a quitar.
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