“Martín Fierro y José Hernández”. Versión libre de Rubén Ávila y “Allende, la muerte de un presidente” de Rodolfo Quebleen por la compañía Zámpale. Con Rubén Ávila y Carlos Elías Merlo. Subirán a escena a las 22 en La Gloriosa.
“Allende, la muerte de un presidente”
Monólogo teatral del dramaturgo argentino Rodolfo Quebleen que, desde su estreno en inglés en abril de 2006, en el Theater for the New City, ha sido versionada en diversos países de América Latina, mostrando las horas finales del controversial mandatario chileno a través de una perspectiva teatral conectada con la realidad de nuestros países y con la exaltación del oficio del actor y de la creación escénica.
La pieza muestra los últimos momentos en la vida del presidente chileno Salvador Allende, durante el derrocamiento de su gobierno en 1973, luego del golpe de estado perpetrado por quien fuera uno de sus generales, Augusto Pinochet. La obra fue escrita luego de que Quebleen investigara en los documentos desclasificados de la CIA y en grabaciones de testigos que estuvieron en el Palacio de La Moneda, aquel fatídico 11 de septiembre.
NECESARIO DEBATE En 1970, Salvador Allende se convierte en
el primer presidente socialista de América electo democráticamente en
elecciones libres. En 1973 es derrocado por Augusto Pinochet en uno de los
golpes más sangrientos de la historia americana. En el año 2000, los restos de
Salvador Allende son trasladados a Santiago de Chile y sepultados con honores.
Ese mismo año, Pinochet es diagnosticado con demencia senil y no es capaz de
enfrentar el juicio que se le abre por crímenes de lesa humanidad.
Allende, la muerte de un presidente, refleja las últimas horas de vida del
presidente chileno, derrocado mediante un golpe militar el 11 de septiembre de
1973. Nunca quedó totalmente esclarecido si su muerte fue suicidio o un
asesinato. Utilizando anécdotas y pasajes reales de la vida del Presidente, el
texto de Rodolfo Quebleen intenta desarrollar qué pensó y cómo actuó el
mandatario chileno en esos momentos, mientras la casa de gobierno La Moneda,
era bombardeada y ardía y él contaba sólo con dos docenas de amigos para
defenderse.
Para escribir este agudo texto teatral, Quebleen se basó en grabaciones, testimonios de sobrevivientes y en el propio archivo de la CIA, dando lugar a una obra de verosimilitud sorprendente. Este escritor, quien empezó su carrera como periodista en los años 60, se confiesa estudioso obseso de figuras como Salvador Allende y Evita Perón.
“Muchos en ese momento se identificaron con sus ideas y planes para cambiar a Chile. Para mí siempre estuvo claro que él combatía contra molinos de viento que tenían nombre propio… Nunca vislumbré el desenlace, creo que a la propia historia le tomó por sorpresa y su actitud final hizo que el violento momento de ese 11 de septiembre quedara grabado en la historia, no sólo de Chile, que aún hoy, 35 años después, lucha por cicatrizar, sino del mundo.
¿Murió como presidente porque supo morir como hombre o viceversa? Allende puede ser acusado de inocente como político, pero creo que fue honesto. Por no ocultar sus debilidades se perjudicó y eso tiene un valor. Por supuesto, su final me obsesionó. Los primeros días después del golpe del 11 de septiembre de 1973 no pude dormir, no sólo acosado por su muerte sino por el contexto de sangre en el cual se desarrolló y porque era evidente que desembocaría en lo que todos conocemos: desapariciones, sangre, tortura, avasallamiento indiscriminado de los ciudadanos y el pueblo reprimido por un Estado militarizado.
Lo bueno de la historia es que tarde o temprano nos ofrece su juicio incuestionable. Es posible que los amantes de Allende encuentren a éste, plasmado en el escenario, menos idealizado en su humanidad. Sus detractores encontraran a un personaje que podrían seguir cuestionando, pero lo primordial es que basándonos en todos los documentos y grabaciones obtenidas de ese día, aunados a los documentos de la CIA desclasificados por Clinton, el Allende de mi obra es un hombre trascendido por su ideal de cambio. Un hombre que las nuevas generaciones, de cualquier postura política, necesitan conocer”, declaró a propósito de su estreno en Nueva York al crítico E. A. Moreno Uribe.
Entrada libre y a la gorra
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