AMPLIARLa tiranía del celular

19/06/2012 - Comportamientos habituales

Historias mínimas de Tucumán: el celular se apropió de mi vida

Uno de los inventos más revolucionario es el teléfono móvil.En estos tiempos donde las comunicaciones “cara a cara” son escasas y hasta nulas en algunos ámbitos, apareció ese aparatito que se lo lleva, como si fuera parte del cuerpo. Los hay de distintos tamaños, precios y funciones. Con abono o sin abono, es una máquina de recaudar. Además lo que hay que pagar casi siempre no coincide con lo que uno cree que gasto Nunca menos, siempre más. Encima al reclamar, la voz de la operadora es fría y calculadora. Jamás un mimo como los que nos hacía la vendedora. Pero ¿Quién no lo tiene y, lo goza y sufre diariamente?.

¡Es practiquísimo!,  dijo una morocha inalcanzable, que me miraba con unos ojos increíbles. Yo , como un perfecto ser humano de estos tiempos, comencé a firmar una infinidad de papeles, esperando ansioso que me entregaran al  futuro dueño de mi vida. Claro en esos momentos  no  imaginaba lo que sería ser el “feliz “ poseedor de un teléfono móvil.

Lo recibí lleno de ansiedad, Lo toqé como a la primera novia.Primero no entendía como enviar un mensaje de texto, hasta que la vendedora  con cara de “ ¡Que tarado este como no va entender algo tan simple!”, me enseñó como recibir y enviar los famosos “mensajitos de textos”. Claro lo que no me dijo es que hay una nueva forma de escribir, y que fue lo que me arruinó los primeros mensajes.

Sintiédome más importante que nunca , una tarde mientras saboreaba un café y sonó la música elegida para eso. Fui al menú y  comenzó otro sufrimiento. “ ac q´no m vs”, decía en la pantalla. Desesperado miré para todos lados buscando alguien que me descifrara el mensaje. Volvió a sonar la sinfonía cuarenta, y con mucha suficiencia intenté descifrar un nuevo mensaje de texto “tas slo? dcim rapdo “. Rojo de la bronca y la impotencia, empecé  a mirar hacia las otras mesas. Descubrí  a un amigo que me hacía señas, desesperado, a la vez que soltaba la mano de la bella señorita que tenía a su lado, en nada parecida a su esposa. Los mensajes eran suyos . Allí recién pude entender sus señas. A todo esto ni el ni yo hablamos, pero comprendí su mensaje. Menos mal que elcelu es para estar bien comunicado.

Para mí el teléfono celular es un tirano, que crea dependencias adictivas haciendo que viva  sobresaltado.

La variedad de sonidos de timbre que posee es desconcertante. Tonos de películas, de terror, de adultos imitando a niños, de goles del equipo favorito, de gemidos eróticos, de la canción de moda, cualquier verdura puede sonar. 

Pero lo más desesperante de este aparatito es su comportamiento conmigo y eso  que lo cuido más que al sueldo.

Me trata con autoritarismo porque cuando  lo olvido, ando todo el día con miedo, pensando en las llamadas que no atendí. Es invasor  ya que muchas veces suena cuando estoy sentado en un inodoro. Carece de calidez, porque el despertador es insoportable. Es torpe y maleducado al sonar en medio de una conversación  esclarecedora. Odioso  cuando se queda sin crédito en medio de una muy buena charla. Envidioso porque no deja disfrutar una obra de teatro o un concierto. Es hipócrita porque nos hace sentir una melodía de Mozart, cuando  en la casa solo suenan cumbias. Se llena de perversión, si llega un mensaje de texto y el crédito no alcanza para responder. Es ordinario al no  dejar tener una buena ortografía. También causa angustia si la llamada esperada no aparece.Y un gtran burlista poruqe se agota la batería cuando menos te los esperas. En definitiva es como nosotros.

Primeros años de este siglo y cada vez se habla menos. Ahora mandan los celulares y sus mensajes de textos. Para peor, a los tres meses de comprado, el mismo modelo bajó a la mitad del precio que yo pagué.Fui a buscar la rubia inalcanzable, que con muchos mimos, parecía, me lo vendió. En cambió ahora , la muy maldita,  con esos bellísimos ojos, me enviaba un mensaje de texto que decía “ kga t”. Salí  enrojecido con la presión  a mil.

¿Qué hago con el monstruito?, tenía ganas de tirarlo, pisotearlo, cuando Mozart me anunciaba  una llamada (me gustan mas que los msn).Al atenderlo una  melosa voz como susurrando me dijo “ Buenos días señor, habla Agustina de Per…., usted se hizo acreedor a la promoción que vence hoy a las 18. “¿Qué promoción?”, pregunté ansioso, y perdí otra vez. Ahora tengo un móvil de última generación y con el anterior no se que hacer.

En definitiva  soy un débil dependiente, sometido a la voluntad de ese aparato frío y metálico que me rige la vida. Despierto o dormido, caminando o sentado, acompañado o solo, él es dueño de mis actos cotidianos sean privados o públicos.

No es más bello que los mensajes de textos, mirar a los ojos de la persona amada, mientras sale de la boca un suave sonido que dice “ Te extraño”, a la vez que las manos se aprietan para sentir el murmullo de un “ Te necesito”, y luego en un interminable abrazo  decir “ Te amo” No, ahora ese aparatito torpe, frío, feo te aniquila el romanticismo. Pero todos los tienen, lo acarician, lo guardan, lo cuidan, lo extrañan, lo miman, lo necesitan. Y el,  muy ufano,  se ríe  y hace lo que quiere. Mientras sus mentores envían facturas que nunca coinciden con el consumo. Se pierde la señal cuando más se lo necesita .Y nos enteramos tarde que se cayó el sistema.

Después nos quejamos  que no hay comunicación, de la falta de calor humano, de la frialdad de las relaciones, del individualismo y de todo lo que el celular nos copíó. 

Que quiere que le diga. El celular me ganó ampliamente. Tengo una relación de amor y odio. Pero el poder casi absoluto no está de mi lado. Y lo más triste de todo es que para que me de bola tengo que pagar.

Daniel A. Villalba
villalbadaniel07@gmail.com