Comenzó con mucha humildad en las promesas de campaña. Una vez ganada las elecciones sus declaraciones comenzaron a ser políticamente incorrectas. Criticó públicamente a los dirigente que asumieron con el,al técnico y los jugadores criticó al gobierno, pagó con vales para canjearlos por alimentos en su cadenas de supermercados y al parecer quería imponer otra vez a Pedro Monzón en la conducción del equipo santo.Se va siendo acreedor del club.
Los medios comenzaron a gustarle y las declaraciones , politicamente incorrectas, fueron más frecuentes.
Nada de lo realizado en los seis meses que duró su gestión agradó a los simpatizantes santos oficialistas que había operado para ponelor al frente de San Martín. Mucho menos a los hinchas que veían que el club no mejoraba ni deportivamente ni institucionalmente.
Una cosa es ser dueño de una empresa donde todos los que están abajo callan y obedecen y otra es dirigir una institución popular y democrática donde los que mandan son los simpatizantes y todo los pasos se dan por concenso entre tos que componen la comisión elegida.
Luego de la agresión de Pedro Monzó al gerente, aseguró que en San Martín no había dirigentes. A los empleados del complejo Natalio Mirkín les quiso pagar ,parte de los sueldos atrasados, con vales para comprar en sus negocios. Cuando San Martín perdió en salta enfatizó que los jugadore no tivieron actitud y que el técnico no sabe imponer sus ideas. Cuentan que "colaboraba" para pagar a Monzón y o a Ramaciotti cuyo acuerdo salarial es el doble de lo dle Moncho. Pero quizás lo que más irritó al poder que lo puso fue cuando gritó en todos los medios que Alperovich ayudaba con más plata a Atlético que a San Martín. Quizás en esta comarca donde la política está en todos los niveles esa declaración fue la gota que colmó el vaso. Final
Se va siendo acreedor del club: " puse un millón de pesos" y pidiendo ,como todos los anteriores que pasaron , que el hincha colabora poniendo plata.
Emilio Luque poderoso empresario tucumano no pudo imponer su impronta empresaria en el Santo de la Ciudadela y terminó más solo que Gustavo Balvorín en las áreas rivales. Encima no metió ni la mitad de un gol y su sueño de catapultarse desde San Martín a un cargo político no le funcionó como el esperaba.
Daniel A. Villalba
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