Cincuenta años después de la sorpresiva muerte de Marilyn Monroe, las incógnitas sobre las horas finales de la mítica rubia siguen dando que hablar. Y por primera vez desde su muerte, un forense publicó un libro en el que considera que la muerte de la mujer más sexy del cine se trató de un accidente y no de un suicidio.
José Cabrera es psiquiatra experto en toxicología, medicina legal y criminología que acaba de publicar "CSI: Marilyn. Caso abierto", que promete convertirse en best-seller en las próximas semanas.
En su obra, el psiquiatra considera que por muy sola y deprimida que se encontraba Norma Jean Baker en la calurosa noche del 5 de agosto de 1962 y de la gran cantidad de fármacos que se encontraron en su sangre, la diva no quiso provocarse la muerte.
"Ella era una superviviente nata. Tenía proyectos y su último testamento lo había hecho un año antes; no era algo reciente. Marilyn no quería morir", concluyó Cabrera, que inició su serie de libros "CSI: Caso abierto" nada más y nada menos que con la muerte de Jesucristo, bajo el título "Anatomía de una ejecución".
"Si la muerte de Jesús encerraba en todas sus dimensiones las injusticias del mundo, la de Marilyn es un compendio de todo cuanto puede investigar un forense en muertes no naturales: suicidio, accidente y homicidio", afirmó.
Y agregó: "Marilyn no quería vivir pero no se suicidó. Lo que pudo ocurrir es que ella tomara más medicación de la recomendada, quedara muy dormida e incluso en coma y alguien entrara para matarla de alguna manera, pero eso es algo que nunca podremos saber porque sólo tenemos un nivel de barbitúricos en sangre".
Luego de años de investigación y recopilación de datos, entre ellos los 86 volúmenes con más de 2.000 informes que tenía el FBI sobre la actriz y que fueron desclasificados el año pasado, el criminólogo presentó su obra ante la figura de Monroe que se encuentra en el tradicional Museo de Cera de Madrid.
Sumado al repaso de las miles de páginas escritas durante la investigación de la muerte de la actriz, Cabrera dialogó con el psiquiatra de Marilyn para determinar que "no tenía comportamientos suicidas" los días previos a su muerte.
"Mi opinión personal es que esto fue un accidente. Ella era una superviviente, era una mujer que había tenido una infancia terrible y había vivido en doce orfanatos. No la quiso nadie. Últimamente no podía dormir porque se pasaba el día empastillada", relató Cabrera.
El psiquiatra justificó su postura en que al momento de su muerte, la actriz de 36 años veía a dos médicos –su psiquiatra y su internista- y ambos le habían recetado "diazepan, hidrato de cloral y barbitúricos" y consideró que, aunque la causa de su deceso fue una sobredosis de barbitúricos, "probablemente, hubo una confusión en las dosis", al contar con las recetas duplicadas.
El psiquiatra revela que a la mujer más fotografiada en la historia del cine nunca se le diagnosticó un posible "trastorno borderline" y destacó que su frágil situación emocional estaba motivada también por una batalla interna que mantenía sobre su rol en la industria del cine, que la llevó a convertirse en un objeto sexual que ella no quería ser.
"Marilyn es una mujer que no siendo nada llegó a ser todo. La mujer más seductora de todos los tiempos, envidiada por todas las actrices y la más fotografiada. Una persona muy inteligente pero con muy poca cultura", indicó.
El psiquiatra lamentó en especial que durante la investigación de su deceso se rompiera la cadena de vigilancia de las vísceras de la actriz, que finalmente desaparecieron, y destacó que "eso podría haber fijado la hora de la muerte". "El FBI fue quien trató de ocultar esta muerte y el que lo dejó pasar como si fuera un suicidio", opinó.
"Todo se hizo mal en aquella autopsia. Sorprende que, con la cantidad de testigos que había, reinara tanta confusión", subrayó el psiquiatra.
La muerte de Marilyn siempre estuvo rodeada de un halo de misterio y se la vinculó a cuestiones políticas y de espionaje, debido al romance secreto que mantenía con el entonces presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy y luego con su hermano Robert.
En la investigación considera además que la mítica rubia era una "adicta al alcohol", y ese hecho se observa claramente, según el autor, cuando le cantó en público "totalmente borracha" el mítico "feliz cumpleaños" a Kennedy. Según confesó a su psiquiatra, ella se sentía entonces como "una sierva" del presidente y tenía una "admiración total" hacia él.
El forense consideró que "había muchos interesados" en la muerte de la sensual artista, desde la mafia hasta el propio J. Edgar Hoover, por entonces director del FBI, a quien Cabrera califica como un "paranoico" sobre la protección del país en plena Guerra Fría, quien llegó a seguir a la actriz a cualquier lugar donde ella viajaba.
Para Cabrera, todo el procedimiento judicial estuvo "lleno de errores y contaminado desde el principio" y relató que cuando la asistente de la actriz llamó a la policía, el primer agente estimó claramente que se trataba de un asesinato. "La actriz estaba boca abajo, con el teléfono descolgado cerca de ella", señala en el libro.
El libro, de 189 páginas, incluye un resumen de la autopsia realizada por el doctor Noguchi, fotocopias de los documentos del FBI y varias fotografías, que incluyen desde la habitación en la que apareció el cuerpo hasta el rostro de la actriz en la mesa de autopsias.
También hay una foto de su lápida, adornada por las rosas que durante 20 años le llevó cada semana uno de sus ex maridos, la estrella del béisbol Joe Di Maggio.
"Él sí que demostró que la quería. Otros la necesitaron, la utilizaron, o quisieron estar a su lado", concluyó el psiquiatra.
Fuente Gaceta Mercantil
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