María del Pilar Rey Méndez, presidenta de la CONAETI, aseguró que "la Argentina es modelo en la articulación público-privada de la lucha contra el trabajo infantil", al informar que más de cien empresas líderes se comprometieron a trabajar contra esa práctica.
Al celebrarse hoy el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, la titular de la CONAETI (Comisión Nacional de Erradicación del Trabajo Infantil)dependiente del Ministerio de Trabajo, explicó que el trabajo infantil no está justamente en las empresas líderes, sino en segmentos de las cadenas de valor que ellas encabezan, que involucran a sus proveedores y se prolongan a sus clientes.
La red de empresas que adhirió a esta política se creó en 2006 a partir de una convocatoria del ministro de Trabajo, Carlos Tomada.
"Con estos compromisos, esas empresas se obligan a garantizar la no utilización de trabajo infantil en su cadena de valor; y tienen un enorme efecto de tracción", explicó Rey Méndez.
La funcionaria confirmó que el sector agrícola es el que más incurre en el trabajo infantil, por lo que la tarea de la CONAETI pone énfasis en él.
Así fue como desde hace tres años, también mediante la articulación de lo público con lo privado, se idearon los "jardines de cosecha", para la atención y cuidado de los niños de los trabajadores "golondrina", que suelen viajar con toda la familia.
Esta idea ya se aplica en Salta, Jujuy, Tucumán, Mendoza y Santa Fe, donde son importantes las migraciones de cosecheros.
La funcionaria indicó que el tratamiento de este problema no sólo es económico, con políticas como el combate contra el empleo no registrado, sino que también implica una batalla cultural contra la naturalización del trabajo infantil.
Entre los esfuerzos para generar conciencia al respecto, la cartera laboral organizó, para el 1 de julio a las 10, también con apoyo de las empresas líderes, la "Carrera por una niñez sin trabajo infantil", que se correrá en los bosques de Palermo, de esta capital, sobre ocho kilómetros para la categoría competitiva, y tres para la participativa.
El trabajo infantil también se combate desde otras áreas del gobierno, como la lucha contra la trata y el conjunto de políticas de inclusión social.
Según datos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, en cuatro años, desde la sanción en abril de 2008 de la ley 26.364 contra la trata de personas, las autoridades liberaron a 3.099 personas, 2.646 mayores y 453 menores de edad, que eran sometidas a explotación sexual o laboral.
La Asignación Universal por Hijo (AUH), de 270 pesos mensuales se elevan a 1080 para hijos discapacitados, llega a más de 3,5 millones de chicos en situación de vulnerabilidad, según datos de la Ansés, con claro impacto en el aumento de la matrícula escolar.
En estas políticas se funda el buen desempeño que la Argentina muestra en un informe emitido hoy por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, instaurado por esa entidad de las Naciones Unidas, hace una década.
El informe destaca que en el país, todas las formas de trabajo infantil por debajo de los 16 años están prohibidas (ley 26.390) y los adolescentes de 16 a 17 años, sólo pueden trabajar en condiciones de protección, si ello no interfiere en sus estudios.
La Argentina ha ratificado la Convención de los Derechos del Niño en 1990 y la ha incorporado a la Constitución Nacional, lo cual "es un buen indicador de cómo la protección de la infancia ocupa un lugar en la agenda legislativa y en consecuencia, de las políticas públicas", destaca el informe de la OIT.
Como tareas pendientes, el informe indica que aún "son muchos los niños en la Argentina que cuidan a personas mayores, acompañan a sus padres durante la cosecha y clasifican cultivos, se desplazan de una provincia a otra en el momento de la zafra, atienden a los animales de la casa, acarrean agua y leña, juntan cartones, hacen malabares en semáforos o quedan al cuidado de sus hermanos más pequeños".
Con todo, la OIT subraya que "los esfuerzos realizados para lograr que los adultos cuenten con un trabajo decente, para evitar que los niños ingresen al mercado laboral, y para que sí estén en lugares adecuados para su desarrollo (familia, escuelas, jardines, centros de desarrollo infantil) fueron importantes, y se basaron en políticas públicas sostenidas, articuladas en muchos casos con iniciativas de las organizaciones de empleadores y trabajadores".
Postula, en consecuencia, como desafío, "continuar reduciendo la brecha entre los niños que aún trabajan y la meta propuesta para 2016: una región sin niños en las peores formas del trabajo infantil".
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