Brasil le puso ayer punto final a una de sus vergüenzas ambientales, el mayor basural de América Latina, que servirá también como un mensaje antes de la Conferencia de la ONU sobre desarrollo sustentable de la ONU Rio+20, prevista este mes en Rio de Janeiro.
Unas 1700 familias se quedaron sin trabajo, luego de que la recolección de residuos a cielo abierto en Duque de Caxias, suburbio de Rio de Janeiro, sirviera como una putrefacta y peligrosa fuente de renta para intentar sobrevivir la miseria.
Fueron indemnizadas y recibirán una compensación mensual por parte del municipio de Rio de Janeiro.
El basural de Gramacho funcionó durante 34 años, recibiendo 8,5 toneladas de residuos producidos en Rio de Janeiro.
La ministra de Medio Ambiente, Izabella Teixeira, y el alcalde de Rio de Janeiro, Eduardo Paes, cerraron hoy con candado, en clima de fiesta, el basural de la vergüenza que será convertido en una usina de gas.
"Rio cerrará todos los basurales del entorno a la Bahía de Guanabara, será un gran avance ambiental para el país y usaremos este modelo para cerrar los basurales a cielo abierto y sin planificación en todo el país", dijo la ministra Teixeira, acompañada por la Asociación de Recolectores de Residuos que tenían a Gramacho como su principal fuente de renta.
El alcalde Eduardo Paes afirmó que el acto simbólico de cerrar con candado es para iniciar la Semana del Medio Ambiente, de cara al día del medio ambiente, el martes 5.
"A partir de ahora Rio no admitirá más violencia contra el medio ambiente como fue este crimen ambiental por más de tres décadas aquí en Gramacho", agregó.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, prepara el martes una serie de leyes que apuntan a preservación de áreas y la entrega de terrenos a los indígenas para su mantenimiento, en medio de la polémica por su proyecto del nuevo Código Forestal, objetado por los ambientalistas por considerarlo favorable a los ruralistas y a quienes deforestaron los bosques.
Las principales víctimas del basural de Gramacho fueron las 1700 familias que vivían de los residuos. Fueron 60 millones de toneladas de basura en tres décadas.
El viernes, los recolectores de basura de Gramacho comenzaron a recibir una tarjeta del banco oficial Caixa Económica Federal para recibir la indemnización de 7 mil dólares cada uno.
Varios recolectores de residuos dijeron que sufren enfermedades renales y cardíacas a causa del contacto directo con la basura. Una parte de ellos eran adictos a las drogas y fueron expulsados de todos los sitios que frecuentaban en la ciudad.
El matrimonio de recolectores de Luciana dos Santos y Niltón José, que se conocieron en el mayor basural latinoamericano, contrariamente a los más avanzados en edad, esperan un cambio de vida. "Cuando anunciaron en 2011 que se iba a cerrar el basural, resolvimos crear una cooperativa de reciclado, nos falta la inscripción para empezar a trabajar y estamos con esperanza. Las personas tienen que entender que el basurero se acabó, pero no la vida de ellas", dijo Luciana dos Santos, de 30 años.
El caso del Gramachao será exhibido como uno de los logros de Brasil en reconvertir su política de recolección de residuos en polos de reciclado y separación selectiva de la basura en la cumbre de Rio+20. El basural del "Gramachao" había sido expuesto como una de las vergüenzas nacionales dos décadas atrás, en la Eco 92, la Cumbre de la Tierra que le dio inicio global al discurso del desarrollo sustentable.
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