¿Ya se puede uno morir si se ve a Venus? Entre el 5 y el 6 de junio próximos, el Lucero del Alba pasará entre la Tierra y el Sol, una alineación excepcional que no se volverá a ver antes de 105 años y que todos los astrónomos aficionados y expertos en astrofísica esperan ansiosos.
"Es ahora o nunca", advierte la revista británica Physics World en su último número, pues hasta diciembre de 2117 no volverá a ocurrir este fenómeno.
El 5 de junio a partir de las 22H09 GMT, y durante cerca de siete horas, un lunar negro 32 veces más pequeño que el Sol, la sombra de Venus, atravesará el disco solar y podrá contemplarse a simple vista, aunque habrá que llevar unos lentes protectores adaptados como los que se utilizan para los eclipses.
Sin embargo, sólo podrá observarse desde algunas partes del planeta a la puesta o a la salida del Sol.
En París, por ejemplo, no se podrá ver la llegada de Venus ya que el Sol se habrá puesto para entonces. Sin embargo, se podrá observar durante una hora a partir de la salida del astro, el 6 de junio a las 05h50 locales.
Aunque es menos espectacular que un eclipse, el tránsito de Venus ofrece una riqueza de informaciones mucho mayor para los científicos.
"Desde hace varios siglos, el paso de Venus por delante del Sol es un gran momento para los astrónomos y no va a ser diferente en 2012, con motivo de esta oportunidad excepcional", resume Claude Catala, presidente del Observatorio de París.
Como este fenómeno se produce dos veces separadas por ocho años en un siglo, antes de la última vez, en junio de 2004, ningún astrónomo vivo había podido estudiarlo.
Después de que el matemático alemán Johannes Kepler predijera el fenómeno, solo cinco alineaciones de Venus con el sol han podido ser estudiadas por los astrónomos occidentales: en 1639, 1761, 1769 y 1874 y la más reciente remonta a 1882.
Estudiar la atmósfera
En el Siglo de las Luces, la llegada de Venus a la línea del Sol suscitó un gran entusiasmo en las grandes naciones, con el envío, varios años antes, de costosas expediciones marítimas al Océano Índico o al Pacífico.
Hay que decir que lo que estaba en juego era mucho, pues la alineación permitía calcular con mucha precisión, por trigonometría, la distancia de la Tierra y el Sol.
Y es que, si ahora se conoce a la perfección esta "unidad astronómica" (unos 149.597.870 km), fácilmente medible con ayuda de satélites, entonces era imposible calcularla directamente sin utilizar un "objeto" celeste como Venus.
A su paso en 2004, centenares de estudiantes y astrónomos aficionados calcularon de nuevo las medidas de sus ilustres predecesores, como el explorador británico James Cook o el francés Cassini en el siglo XVIII, recuerda Jean-Eudes Arlot (CNRS/Instituto de Mecánica Celeste y de Cálculo de Efemérides).
Gracias al progreso técnico (GPS, cronómetros, etc.) lograron mayor precisión en las medidas que los astrónomos profesionales de la época.
Las observaciones de 2004 también permitieron a los científicos afinar sus armas para el segundo paso de Venus. "En 2012, se sabe que se puede distinguir la atmósfera del planeta, mientras que antes de 2004 se pensaba que era imposible", dice Arlot.
El estudio de la atmósfera venusiana permitirá las comparaciones con las de los exoplanetas potencialmente habitables. Los astrónomos franceses han organizado una expedición científica internacional para estudiarla desde nueve puntos diferentes del Pacífico, de Asia o América, con ayuda de "cytherographs" (del griego Kitera, uno de los nombres de la diosa Venus o Afrodita) especialmente desarrollados para esta ocasión.
También se podrán utilizar los telescopios existentes, al igual que la sonda europea Venus Express, el telescopio espacial Hubble, y diferentes satélites.
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