El ex comisario inspector Roberto Villacorta, quien fue secretario de actuaciones en la investigación por el secuestro y prostitución de Marita Verón, dejó seriamente comprometido al acusado Pascual Andrada, ex policía de La Rioja, y dio evidencias de la complicidad de efectivos de esa provincia. Además, sumó pruebas contra "Liliana" Medina, los mellizos Gómez, Paola Gaitán, Carlos Luna, Azucena Márquez y Daniela Milhein.
Su relato y sus respuestas dieron entidad a las numerosas denuncias y quejas que viene formulando Susana Trimarco desde poco tiempo después de que secuestraran a su hija.
La pista de La Rioja comenzó a hacerse fuerte cuando, en octubre de 2002, tras un enfrentamiento a tiros entre Andrada y Pablo Luis Medina "El Mocho", el riojano resultó herido en la cabeza y fue detenido. "Andrada mencionó que estaba en situación administrativa en la fuerza, que había hecho abandono de servicio, porque se iba a dedicar al tema de que venía a buscar mujeres a Tucumán, para llevarlas a 'trabajar' a La Rioja", contó Villacorta.
"Cuando se peleó con Medina –continuó–, fue porque Medina tenía una concubina, a la que había llevado un tiempo atrás a La Rioja, y andaba buscando nuevamente a la mujer para llevarla a esa provincia. Había estado en el Candy o el Candilejas", dos prostíbulos que, afirmó, pertenecían a "Liliana" Medina. La acusada no es familiar de "El Mocho", quien está cumpliendo una condena en prisión.
El ex comisario, quien en su extensa declaración demostró tener muy buena memoria, recordó que al detener a Andrada se le secuestró "una agenda con nombres, domicilios y teléfonos de las provincias de San Juan, Tucumán y La Rioja. También se le secuestraron pasajes, y dos giros postales cuyo remitente era Paola Gaitán, con su número de documento, procedentes de La Rioja. Aparentemente financiaba la operación que estaba haciendo Andrada". Agregó que Andrada estaba alojado "en un hotel frente a la Terminal vieja", donde ya había estado el mes anterior.
Siguiendo esa línea de investigación, una comisión policial de Tucumán viajó a La Rioja el 16 de noviembre de 2002, con órdenes de allanamiento para prostíbulos de la capital, propiedad de "Liliana" Medina. "Mi equipo centró la mirada en El Desafío, sobre la ruta. Nos ubicamos cerca de la rotonda, para observar el movimiento del local", mientras el secretario de la Fiscalía VII de Tucumán tramitaba el exhorto con el ex juez Daniel Moreno.
Villacorta vio que al mediodía, un patrullero de la Policía de La Rioja se instaló frente al burdel. "Se ha observado un movimiento de autos que salían del local. Traté de seguir un auto, para ver hacia dónde se dirigía. Fue hacia un descampado; no había salida y no lo encontré. Por lo que pude ver, ese auto llevaba mujeres".
Moreno –a quien Trimarco acusa de complicidad con Medina y sus hijos– autorizó el allanamiento "recién en horas de la noche –recordó Villacorta–. Sólo había mujeres mayores de edad 'trabajando' en el local, había clientes", pero no estaba Marita Verón.
Muchos meses después, ya entrado el año 2003, el ex comisario participó en un allanamiento en la casa de Medina, cuyos muebles e iluminación le llamaron la atención.
En uno de los prostíbulos "se encontró un uniforme policial, del tipo de combate, de la Policía de La Rioja". El procedimiento se hizo junto con efectivos de esa provincia y "la Policía de La Rioja sólo documentó el hallazgo del uniforme. Era un dato importante, porque estaba constatado que pertenecía a Andrada".
Respecto de Paola Gaitán, el investigador afirmó que "estaba relacionada con los prostíbulos de 'Liliana' Medina, ella y Carlos Luna. Ella también tenía injerencia en los locales; Luna también. Decían que Medina alquilaba el local a Luna, no recuerdo si Candilejas o Candy". En cuanto a Azucena Márquez, otra de las acusadas, también fue detenida en uno de los burdeles.
También confluyó en La Rioja la declaración de una joven de apellido Zelaya, quien contó que "mientras trabajaba en una remisería, había conocido a un remisero de apellido Medina, que la invitó a trabajar en La Rioja, en una fábrica de dulces artesanales. Cuando llegaron a La Rioja, resultó que había sido vendida a un prostíbulo. Fue rescatada por una persona que conoció en el local, y pagó por ella para traerla a Tucumán".
El relato de Zelaya abrió nuevas ramificaciones de la red de explotación sexual y trata, en más provincias. Surgió el nombre de René Gustavo Marchisio y, tras nuevas pesquisas –según contó Villacorta–, se ordenaron allanamientos en Córdoba, Jesús María y Frías, en Santiago del Estero, "donde Marchisio tenía un prostíbulo. Cuando llegué a tramitar el exhorto, el doctor Cejas, el juez, al mencionarle el tema de Marita Verón, me dijo que 'Liliana' Medina era conocida en el lugar, y que había estado detenida en Frías; creo que era porque había pagado a unas personas para que mate a un brasilero, que había sacado a una mujer de su prostíbulo".
"El local ya se encontraba cerrado desde hacía un tiempo –continuó–. Marchisio también tenía otros locales en Recreo (Catamarca). También fuimos ahí, a un prostíbulo que se llamaba Selva Negra".
Como vienen haciéndolo con insistencia, los defensores de los riojanos pidieron al tribunal que se deje constancia en actas de que en esos procedimientos no fue hallada Marita, como si la desaparición forzosa de una persona fuera una prueba de que no hubo delito. De todos modos, el testigo contó sus entrevistas a víctimas de explotación sexual que sí la vieron en los burdeles de La Rioja.
En cuanto a la conexión entre los riojanos y Daniela Milhein, Villacorta señaló que el primer nexo que apareció en la causa fue el testimonio de María Alejandra Huerta, "que estaba trabajando con Daniela Milhein (en su casa) y fue trasladada a La Rioja, a uno de los prostíbulos de 'Liliana' Medina".
El Desafío
Casi diez años después de allanarlo, el ex comisario Roberto Villacorta recuerda bien el prostíbulo El Desafío, al que los abogados defensores de los riojanos insisten en llamar "whiskería", al igual que a los demás burdeles de "Liliana" Medina.
"Era un local importante, con forma de castillo. Tenía una fachada importante, con luces y carteles. Tenía un salón de importantes dimensiones, donde había mesas, tipo bar. Arriba tenía unas dependencias que eran dormitorios. Abajo, al fondo, también había habitaciones, acondicionadas con colchones doble plaza, tipo cama, donde habitualmente se ejerce la prostitución. En ese momento había chicas 'trabajando' y clientes ocasionales".
Al preguntársele cómo sabía que estaban "trabajando", el testigo respondió: "Porque estaban vestidas con ropas provocativas".
El allanamiento a la casa de Medina fue en 2003, en conjunto con policías de La Rioja. "Era una casa amplia, con un salón de 25 a 30 metros. Me llamó la atención la cantidad de sofaes (sic) que había. Había una sola persona esperándonos, un pupilo de la señora, boxeador, que era conocido de las personas locales. Había varias habitaciones: estaban iluminadas con luces de colores, y luz negra".
El investigador reparó en "un mueble que tenía un vidrio, y ahí había una tarjeta del doctor (Carlos Saúl) Menem, como una invitación a un acto. Por supuesto que para los policías de La Rioja no era procedente sacarla ni documentarla. Es lo que me llamó la atención".
Villacorta recuerda bien a varias de las víctimas de explotación sexual y trata que declararon haber compartido su cautiverio con Marita Verón. En casas de Daniela Milhein, en el Barrio FEPUT de Tucumán y en la vecina Yerba Buena, la vio Fátima M., quien ya declaró en el juicio.
En La Rioja la vio Blanca V., ya en 2003. "Se presentó en la comisaría de El Colmenar. Había huido de El Desafío y estaba con miedo. Relató cómo se escapó, y que se trasladó a Tucumán con ayuda de un camionero. Contó que había una chica que tenía un trato especial con 'El Chenga' Gómez, y que iba a ser trasladada a España, por rumores que corrían en el prostíbulo".
El ex comisario recordó también una conversación mantenida con dos jóvenes de Concepción (Tucumán). "Fueron a 'trabajar' a La Rioja y se escaparon, porque mencionaban que el hecho de 'trabajar' en un prostíbulo era que tenían que 'cumplir una plaza' de 20 o 30 días; no las dejaban salir, les retenían los documentos, tenían que cumplir un reglamento interno en el que los propietarios las multaban con cifras que hacían que tuvieran que superar los 20 días para pagar la multa".
"Mencionaron que había una chica, que estaba con loo ojos... como que estaba dopada –evocó el testigo–. Se les mostró una foto de Marita y dijeron que se parecía mucho". Una de esas jóvenes ya declaró en el juicio haberla visto.
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