¿Qué buscan las miles de personas que durante sus vacaciones visitan el centro de exterminio de Auschwitz, la zona cero de Nueva York, los campos de la muerte de Camboya o la central nuclear de Chernóbil?
Ésta es la pregunta que trata de responder el recién creado Instituto de estudios sobre Turismo Necrológico de la Universidad Central Lancashire (Inglaterra) y que es el primero que aborda el tema de forma académica.
El director del centro, Philip Stone, asegura que los turistas acuden a estos lugares marcados por la tragedia como "una forma de peregrinación secular, la gente siente que tiene que visitarlos". Se trataría pues, de otro modo de buscar el sentido trascendental de la vida.
Stone cree que estos destinos turísticos recuerdan a la gente su "propia mortalidad" y, en cierto modo, ayudan a superar el tabú de la muerte: "Vivimos en una cultura que por lo general elimina la muerte de dominio público. Al visitar sitios que comparten escenas fuertemente asociadas con la pérdida de la vida nuestra sociedad vuelve a conectar con la muerte".
Además, pese a la angustia que sienten muchos visitantes al recordar y sentir de cerca las atrocidades cometidas en esos lugares, al salir "experimentan una sensación de alivio al sentir que pueden dar un paso atrás y regresar a la seguridad de sus propias vidas". Para Stone, "de alguna forma se alegran de que no les haya sucedido a ellos".
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