Una testigo declaró ayer en el juicio por la desaparición de Marita Verón que fue obligada a prostituirse en el local riojano regenteado por dos de los acusados, si bien nunca se cruzó con la joven tucumana.
La mujer, cuyo nombre de pila es Cintya, aseguró que fue obligada a prostituirse en "Desafío", en La Rioja, cuyo dueño era llamado "Chenga", como el imputado Gonzalo Gómez.
Cintya identificó además a María Azucena Márquez, otra imputada, como "la señora rubia, pelo largo y con flequillo" que la recibió en el local.
La testigo declaró en la tercera y última jornada de la semana, y dijo que su calvario, vivido hace once años, comenzó cuando fue llevada engañada a La Rioja.
"Tuve que prostituirme porque no me quedaba otra; no tenía dinero y si no pagaba el pasaje no podía volver", relató.
La joven recordó que en el lugar había "unas 25 a 30 chicas", la mayoría de ellas eran brasileñas, aunque "también había chicas de La Rioja y de Tucumán".
Su relato comprometió a varios de los imputados, pero aseguró que nunca vio a Marita en los lugares donde estuvo.
Cintya relató que fue a La Rioja junto con una amiga, que viajó con su bebé, luego de ver un aviso en un diario local en el que ofrecía trabajo en esa provincia.
"Un vecina nos dio el dato y nos pusimos en contacto con un tal Alejandro, que vivía cerca del parque 9 de Julio, y él nos facilitó los pasajes", relató.
El viaje quedó arreglado y ambas partieron a La Rioja, donde fueron recibidas "por una señora a la que le decían doña Claudia; era rubia, pelo largo, con flequillo". En ese momento se enteró de que el supuesto trabajo en un bar era en realidad como prostituta.
"Cuando llegamos, vi que había varias chicas y cuando les preguntamos qué había que hacer y nos dicen que era un prostíbulo", relató.
"Ahí empezó mi calvario porque yo no quería quedarme, pero tuvimos que hacerlo porque había que devolver la plata del pasaje al hombre que nos llevó", agregó.
La testigo aseguró que una vez que juntó el dinero pudo volver, pero su amiga debió quedarse porque tenía una deuda muy alta ya que debía pagarle a la mujer que le cuidaba el bebé y la leche que éste consumía.
También contó que "varias mujeres que trabajan allí habían sido llevadas por sus respectivos esposos; las dejaban para poder pagar deudas que ellos tenían".
Cintya nunca denunció el caso pero cuando conoció al padre de Marita Verón, éste, al enterarse de que había estado en un prostíbulo de La Rioja, le pidió que contara su caso.
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