Hace un par de años ya había dejado su sello en Buenos Aires, ahora César Costilla dejó su huella en Córdoba y ganó uno de los títulos más importantes del país. El “Sapo“, como bien lo conocen sus amigos y todo el mundo del golf se quedó con el 81° Abierto del Centro, luego de una vuelta de 70 golpes (-1), pero siendo testigo directo de como su amigo y mentor, César Monasterio, fallaba un corto putt de un metro para empatar el primer lugar.
A falta de las figuras clásicas del evento de Villa Allende, como Pato, Gato o Pigu, el torneo entregó una definición acorde a la historia de este torneo. Emilio Domínguez salió a jugar la última ronda con una cómoda ventaja, pero se topó con el hoyo 12, un par 5 pegado a la calle y hasta allí viajó la primera salida del puntano. Luego, su segunda pelota quedó casi injugable y lo que era un hoyo para ampliar la ventaja, resultó un lastre decisivo. Triple bogey para Domínguez y la lucha quedaba entre los dos “Césares”, que de allí en más lucharon y a puros pares llegaron empatados al hoyo final.
Monasterio, que jugaba en el anteúltimo grupo, acertó el green pero se dejó un metro para salvar el par. Inesperadamente, el experimentado tucumano de 48 años, falló el corto putt y anotó un bogey que finalmente le costó el torneo. Atrás, desde el fairway, Costilla miraba con atención y sabía que con par se llevaba el título. Cumplió con el trámite y festejó una victoria soñada: “Con este ya gané dos de los tres torneos más importantes del país, ahora quiero ganar el de Maestros”, decía Costilla.
El campeón no se olvidó de sus orígenes y como un caballero reconoció todo lo que hizo su rival para ayudarlo en su carrera. “Con César somos del mismo club y él me ayudó en mis comienzos, así que no quiero olvidarme de todo lo que hizo por mi. Él me regaló mi primera bolsa de palos y mis primeros zapatos, es una gran persona“.
A partir del año próximo, el Abierto del Centro será parte del PGA Tour Latinoamerica y, con sus cambios, ha demostrado estar a la altura de las grandes exigencias. Sólo seis scores bajo par a lo largo de toda la semana mostraron que Villa Allende está reservado para grandes jugadores, y el Sapo lo demostró, siendo el que mejor se adaptó a estas dificultades.
Gentileza Marcos Virasoro
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