Enviar Nota | Imprimir

AMPLIARAcotto y Podazza en escena

Acotto y Podazza pintaron de nostalgia la noche tucumana

La garúa terminó de caer minutos antes de que comience el espectáculo “Acottango a lo Podazza”. La sala de Nonino estaba repleta de un público que participó de un recital intimista, cargado de tangos clásicos, nostalgia y sobre todo actitud, entrega y mucha onda. Invitados y una pareja de baile impecable.

La garúa terminó de caer minutos antes de que comience el espectáculo “Acottango a lo Podazza”. La sala de Nonino estaba repleta de un público que participó de un recital intimista, cargado de tangos clásicos, nostalgia y sobre todo actitud, entrega y mucha onda.

“Mi apellido es Acotto y como en mi casa se escuchó tango toda la vida pensé que Acottango era un buen nombre, y a lo Podazza por la impronta del maestro”, comentó Mariela Acotto apenas subió al escenario y comenzó a desplegar su voz genuina, gris, perfumada, arrastrada, arenosa y sensual. Carlos Podazza, por su parte, le sacaba brillo, color, melancolía y genialidad a una guitarra que hablaba a dúo con la voz. Versiones increíbles de tangos como “Muñeca Brava”, “Garúa”, “Cafetin de Buenos Aires”, “Milonga sentimental”, “El último café”, “Pedacito de cielo”, entre otros, se escucharon el sábado.

El publico aplaudía mientras disfrutaba de picadas, fernet, vinos y cervezas. Pero la noche no fue exclusiva de Acotto y Podazza. Luis “Grillo” Córdoba tuvo su lugar como invitado. Interpretó varios tangos, aunque lo más conmovedor de la noche fue cuando cantó junto a su nena de siete años “Siga el corso”, momento en el cual a este cronista se le piantó un lagrimón.

También hubo lugar para el baile. La parea integrada por Emilia Andrada y Benjamin Galian impusieron sensualidad y magia a una noche que de por si ya era maravillosa.

El espectáculo terminó con ovación de coros y manos, con un público que pedía más música, más tango. Una noche magnífica que seguramente se repetirá porque el dúo Acotto – Podazza genera clima, despierta nostalgia, despliega generosidad.

Calidad con tono gris.

Sebastián Ganzburg