Una joven testigo en el juicio por la desaparición de Marita Verón ofreció ayer un conmovedor relato sobre lo que debió soportar cuando fue secuestrada y mantenida en cautiverio en un prostíbulo de La Rioja, donde aseguró que vio a la joven tucumana con un hijo y parte de su cuerpo lastimado.
"Me mostró un bebé y me dejó ver cómo estaba lastimada en la espalda y en la oreja", afirmó Andrea R, otra de las testigos protegidas que comprometió a los acusados José "Chenga" Gómez, a su hermano Gonzalo Gómez, y a Irma Medina, madres de ambos, ya que sostuvo que ellos manejaban los prostíbulos en La Rioja.
La joven denunció que "en esos lugares había drogas -cocaína y marihuana- para los clientes y para las chicas que trabajaban" y aseguró que "me obligaron a ejercer la prostitución; no lo hice por voluntad propia".
La testigo reveló que había pactado con Marita para que la primera que fuera liberada buscaría a la familia de la otra para pedir ayuda.
Según explicó, el encuentro con Marita se produjo cuando un hombre, al que llamaban Don Alejandro, le pegó una trompada en la cara. "Marita se acercó, me preguntó cómo me llamaba y me aflojó las muñecas, porque estaba atada", recordó.
"Ella me dijo que hiciera lo que ellos decían porque ahí no se jodía", añadió en su conmovedor relato, en el que dio cuenta que Marita se dio vuelta y le mostró sus lastimaduras.
También reveló que la joven tucumana tenía un bebé en sus brazos y que le contó que "no lo quería", pero le aclaró que "la criatura no tenía la culpa" de lo sucedido.
Durante su relato, la testigo sostuvo que a Marita "la vino a buscar el `Chenga` Gómez, que era como su marido obligatorio, y se la llevó en una camioneta".
"Ella tenía el pelo corto de color rubio y ojos marrones bien oscuros. Estaba muy demacrada, con ojeras y su apodo era Lore o Loly", indicó cuando le pidieron detalles sobre la joven tucumana.
El testimonio de Andrea R. fue rechazado en un primer momento por los abogados de los imputados ya que no estaba en la lista preliminar, pero finalmente el tribunal dispuso que declare ayer.
Con su testimonio comprometió a los hermanos Gómez y a Irma Gómez ya que señaló que "ella era la dueña de Candy", la whisquería donde fue llevada por la fuerza.
Contó que en el lugar los "dones", encargados de la seguridad, portaban armas de fuego todo el tiempo con las que amenzaban a las chicas.
"El día que llegué me golpearon porque no quería hacer nada de lo que me pedían", indicó la testigo, quien denunció que "querían que brindara servicios sexuales obligatoriamente para pagar mis deudas".
La joven contó que intentó llamar a su familia para pedir el dinero de la supuesta deuda -entre $1.500 y $5.000-, pero sus captores se opusieron. "Decían que me habían comprado por una `plaza`, término que le llamaban al período de 30 días en lo que tenés que hacer de alternadora y permanecer encerrada en ese lugar hasta que se cubre la deuda", explicó.
Entre las torturas a las que fue sometida, indicó que un día "me pararon en una silla, me ataron un piola al cuello y me amenazaron con patear la silla para ahorcarme".
Luego, según indicó, la llevaron a un cuarto destinados a las herramientas donde vio el cuerpo de una chica que "aparentemente estaba muerta".
"La mujer que nos cocinaba nos ponía pastillas en las comidas o en las infusiones; teníamos prohibido ver la luz del día y debíamos permanecer en nuestras habitaciones, encerradas", relató.
Andrea R. dijo que al ser secuestrada tenía 14 años y que al llegar a Candy le quitaron el documento y le hicieron otro donde figuraba que era mayor de edad para poder trabajar.
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