Una mujer. Un personaje. Lilith, Lucy, Andrea. Unipersonal que cuenta la soledad de una mujer cuyo único objetivo fue ser una famosa cantante de tango. De eso se trata Lilith, escrita y protagonizada por Andrea Barbá. Buena actuación. Comentario
Actúa: Andrea Barbá. Dirección de Daniela Villalba. La preparación física y vocal está a cargo de Pablo Delgado y el asesoramiento de vestuario fue realizado por Yudith Pintos.
Una mujer. Un personaje. Lilith, Lucy, Andrea. Unipersonal que cuenta la soledad de una mujer cuyo único objetivo fue ser una famosa cantante de tango. De eso se trata Lilith, escrita y protagonizada por Andrea Barbá.
Recibe al público con un diálogo amable, al principio es la narradora que introduce al espectador en la historia de Lilith, de atrás hacia adelante, es decir, desde que es una anciana. Barbá se cambia en escena mientras va protagonizando, actuando. Va de un lado al otro, en un escenario sencillo compuesto por una mesita con un velador a la izquierda, un sillón, como los de las plazas, a la derecha con algunos vestidos.
Lilith espera a ese amor que se esfumó antaño, que ya no está, que solo existe en su recuerdo. Para convertirse en vieja Andrea se encorva, cambia de voz y se pone unos trapos de encaje, luego aparenta una mujer madura de quizás cuarenta años, con una flor en la cabeza y gran sensualidad. Por último es la joven pizpireta que recién sube a los escenarios, inocente, frágil pero enamorada.
El trabajo actoral de Andrea es enorme, durante un poco más de una hora da cuenta de que maneja el oficio a la perfección. Se nota la dedicación al canto, pues interpreta a capela, tangos, valses y milongas. Sin tener una gran voz da cuenta de que estudió para hacerlo.
“Escribo porque siento que tengo algo que decir”, me dijo Andrea en una entrevista antes del estreno de su obra. Para esto apela al lenguaje coloquial, canllegue, tanguero. “Aprendete eso, galán” repite en más de una oportunidad. Tampoco se puede dejar de mencionar la influencia de Tita Merello, en Andrea. Es indudable que la tuvo en cuenta para protagonizar, encarar al personaje, a esa mujer, siempre sola, de noche, de sombras, de luces, de estrellas.
El texto, en sí, no tiene profundidad y quizá le falte algunos giros literarios, dramáticos que impacten al espectador, sin embargo por ser su primer texto que ella misma llevó a escena, los tiene permitido. La selección de canciones, impecable: "Martirio", ,"Tormenta", "Nada", "Fruta Amarga", “Agua Mansa", "Niño Bien", “Muriéndome de amor", "Me enamore una vez", "Zapatitos de razo", "Desde el alma", "Sueño de Juventud".
Sebastián Ganzburg
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