La eventual aprobación del aborto terapéutico en Chile generó una polémica entre quienes se oponen a su legalización y quienes consideran que su inexistencia es una violación flagrante a los derechos humanos.
La eventual aprobación del aborto terapéutico en Chile generó una polémica entre quienes se oponen a su legalización y quienes consideran que su inexistencia es una violación flagrante a los derechos humanos.
El presidente Sebastián Piñera, a través de una carta
abierta, manifestó este domingo que la discusión sobre el aborto es
"legítima y necesaria", pero advirtió que no es partidario de
que se legalice la práctica.
El mandatario expuso cuatro argumentos para justificar su
postura, basados en el derecho a la vida garantizado por la
Constitución; en que "en la duda siempre es mejor optar por la
vida", y que no se trata de una decisión solamente de la madre
sino que "está involucrada también la vida de un ser nuevo".
La cuarta razón es de orden religioso: "Como cristiano, creo
en la vida como un don de Dios", aseveró el presidente.
"Soy partidario de proteger la vida y dignidad humana desde
su concepción hasta la muerte natural. Y, por lo mismo, soy
también contrario a la eutanasia y la pena de muerte", enfatizó
Piñera.
Chile es uno de los cinco países a nivel latinoamericano que penaliza el aborto terapéutico. Ese derecho fue reconocido en Chile desde 1931 hasta 1989, año en que la dictadura de Augusto Pinochet resolvió derogarlo, a sólo meses de dejar el poder.
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