Se desempeñó como periodista, humorista, guionista, publicista, escritor y conductor. Su ductilidad lo llevó casi por todos los recovecos profesionales de los medios. Entrevistador sagaz, incisivo, pero al mismo tiempo simpático, fue una marca que instaló desde sus primeros programas. Pero tenía dos cualidades que lo diferenciaban de los demás: era inteligente e informado. VIDEO
Definir a Jorge Guinzburg no resulta fácil. Periodista, conductor, guionista, humorista, publicista. Su ductilidad lo llevó casi por todos los recovecos profesionales de los medios. Entrevistador sagaz, incisivo, pero al mismo tiempo simpático, fue una marca que instaló desde sus primeros programas. Pero tenía dos cualidades que lo diferenciaban de los demás: era inteligente e informado.
Guinzburg era porteño. "No sé exactamente de qué barrio soy. Unos dicen que se llama Santa Rita, otros dicen Villa Mitre... Digamos que queda entre Flores y Villa del Parque. Lo que sé es que nací en el Hospital Israelita, donde mi abuela trabajaba de enfermera", explicó a Clarín en el 2007.
Creció escuchando radio, tal vez un fuerte impulso
para definir su profesión. "Los radioteatros que escuchaba mi
vieja mientras yo hacía la tarea, a las 6 llegaba El Zorro, a
las 6 y media Sandokán, a las 7 Qué pareja, a las 7 y
media El Glostora tango club, a las 8 Los Pérez García—
y los juegos asociados", recordaba con precisión de
fanático.
Cuando tuvo que elegir una carrera, se anotó en
Derecho, junto a su amigo del colegio —y luego compañero
profesional— Carlos Abrevaya (murió en 1994). Pero también juntos
decidieron abandonar la carrera: "Dimos un examen, nos sacamos
un 3 y dijimos no tiene sentido seguir con esto. Bajamos las
escalinatas de la facultad, tomamos el 124, fuimos al Café la
Humedad, jugamos al billar y nos sentimos aliviados".
Más
tarde, Abrevaya eligió Filosofía y Guinzburg el Profesorado de Arte
Dramático. Jorge se ganaba la vida con un taxi. Pero ambos, en las
horas que tenían libres, escribían textos que más tarde se
convertirían en guiones. Le llevaron material a Juan Carlos
Mareco, quien necesitaba un libretista. A los pocos días ya eran
parte de "Pinocheando" por Rivadavia.
Ahí comenzó
el camino que quería y buscaba. Con el tiempo participó en títulos
emblemáticos: Satiricón y la historieta Diógenes y el linyera (en
la contratapa de Clarín) en gráfica, El ventilador y Punto G en
radio. Un lugar aparte merece La Noticia Rebelde, un programa
que revolucionó la televisión y la forma de hacer humor. Ya sobre
el final llegarían La Biblia y el Calefón y Mañanas
Informales.
El reconocimiento lo tuvo en audiencias masivas.
Pero también en galardones. Ocho Premios Clarín Espectáculos
y diez Martín Fierro muestran el nivel que había adquirido.
El
2007 lo castigó duro. Tuvo una neumonía y un "derrame
pleural" que lo alejaron de la pantalla. "Fue un año
difícil, con dos meses en los que me agitaba con sólo vestirme. Uno
de los peores días fue el 9 de julio: yo acostado, el médico al
lado y la nieve a través de la ventana. La gente armaba muñecos y
yo estaba hecho bolsa", contó.
Hasta último momento le peleó a su enfermedad. "Soy un luchador en todo, no soy de rendirme". Murió cuando tenía 59 abriles
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