Según ha revelado el informe sobre el Estado Mundial de la Infancia (EMI) publicado ayer por Unicef, los procesos de urbanización están dejando sin acceso a servicios esenciales a millones de niños.
“Hoy en día, un número ascendente de niños que viven en asentamientos y barrios marginales están entre los más desfavorecidos i vulnerables del mundo, privados de los servicios básicos y sin derecho a poder protestar”, indica el Director Ejecutivo de Unicef, Anthony Lake.
Tradicionalmente la gente deja las aldeas y viaja hasta las ciudades con la esperanza de mejorar sus vidas. Pero el nuevo informe EMI revela que, aunque o hay que perder el foco en el campo, las urbes ocultan grandes disparidades entre ricos y pobres y, entre estos últimos, los niños son los más vulnerables.
Muchos menores disfrutan de las ventajas de la vida urbana, incluidos los servicios educativos, médicos y de ocio. Sin embargo, a muchos otros se les niegan los servicios básicos como el agua potable, la electricidad o la atención sanitaria pese a tenerla al alcance. Muchos deben dejar la escuela y se ven obligados a hacer trabajos peligrosos.
El hacinamiento en las viviendas, la precariedad de su construcción y la insalubridad también les hacen vulnerables a las enfermedades y los desastres naturales y humanos. De hecho, estas penosas condiciones de vida favorecen la transmisión de enfermedades como la diarrea i la neumonía, dos de las principales causas de muerte entre niños menores de cinco años.
Cerca de ocho millones de niños murieron en 2010 antes de cumplir los cinco años, la mayoría, a causa de neumonía, diarrea o complicaciones en el parto. En las zonas urbanas, las altas concentraciones de pobreza se combinan con servicios inadecuados, cosa que hace aumentar la mortalidad infantil.
“La urbanización es una realidad y tenemos que invertir más en las ciudades, redoblando los esfuerzos para prestar servicios a los menores más necesitados”, afirma Lake. De hecho, aproximadamente la tercera parte de la población humana vive en asentamientos precarios y, concretamente en África, esta proporción es superior al 60%. Si no se pone remedio, se estima que cerca de 1.400 millones de persones vivirán en asentamientos precarios y en tugurios en el año 2020.
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