Desde hace décadas se sabe que la insuficiencia de vitamina D es común en adultos mayores y está asociada a un incremento del riesgo de fractura por pérdida de la masa ósea. Ahora, un estudio argentino confirma que ese déficit nutricional también afecta la fuerza y el funcionamiento normal de los músculos en las mujeres después de la menopausia, lo que incrementa la tendencia a sufrir caídas.
Agencia CyTA-Instituto Leloir
Desde hace décadas se sabe que la insuficiencia de vitamina D es común en adultos mayores y está asociada a un incremento del riesgo de fractura por pérdida de la masa ósea. Ahora, un estudio argentino confirma que ese déficit nutricional también afecta la fuerza y el funcionamiento normal de los músculos en las mujeres después de la menopausia, lo que incrementa la tendencia a sufrir caídas.
El trabajo, publicado en The Journal of Nutrition, Health & Aging, fue realizado sobre un grupo de 54 mujeres mayores de 65 años. Según explicó la autora principal del estudio, la doctora Silvina Mastaglia, investigadora del CONICET y médica de la Sección Osteopatías Médicas del Hospital de Clínicas de Buenos Aires, en las participantes fueron evaluadas la velocidad de marcha, el equilibrio y la acción de pararse y sentarse. “Estas tres pruebas son consideradas indicadores de coordinación, balance y función muscular de miembros inferiores”, detalló a la Agencia CyTA.
Asimismo, los investigadores determinaron la fuerza muscular de ambas piernas mediante un equipo (dinamómetro manual) que aplicaron sobre los músculos abductores y flexores de cadera y los extensores de rodillas. Y también midieron en muestras de sangre la concentración del marcador nutricional de la vitamina D –denominado 25-hidroxivitamina-D.
Los resultados fueron sugestivos: las mujeres con importantes niveles de insuficiencia de vitamina D presentaron menor función y fuerza muscular que aquellas con niveles cercanos a los óptimos, lo que aumenta el riesgo de caídas y consecuentes fracturas.
De todas formas, Mastaglia, quien también es docente del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UBA, hizo un llamado a la prudencia. “La dosis, tipo y tiempo de administración de la vitamina D en los pacientes debe ser establecida por el médico de acuerdo a los niveles que presente en la evaluación”, dijo. “Si bien en principio carece de riesgos significativos, una toma excesiva y prolongada podría llevar a un estado de intoxicación (que se manifiesta con aumento del calcio en sangre y orina).”
Estudios epidemiológicos en Argentina mostraron que en promedio ocurren anualmente 298 fracturas de cadera cada 100 mil mujeres mayores de 50 y 117 fracturas cada 100 mil varones en ese mismo rango de edad. Por otra parte, comunicaciones internacionales indican que cerca de la mitad de las fracturas no vertebrales son causadas principalmente por caídas, de las cuales un tercio ocurren en mayores de 65 años.
El aporte adecuado de vitamina D podría enfrentar el problema por varios frentes. “Una mejor función y fuerza muscular contribuiría a disminuir el riesgo de caídas y por ende las tasas de fracturas por fragilidad ósea”, resalta la doctora Mastaglia. Por otra parte, las personas con insuficiencia de vitamina D tienden a caminar menos, y es sabido que esa actividad tiene un efecto positivo sobre la masa ósea y densidad mineral, especialmente en miembros inferiores.
En todo caso, además de normalizar los niveles de esa vitamina, Mastaglia recomienda diferentes intervenciones que contribuirían a disminuir las caídas, tales como la práctica del Tai-chi y otros ejercicios para el balance y fuerza muscular, el reacondicionamiento de elementos del hogar para dejar libre el área de circulación, buena iluminación y el uso de alfombras antideslizantes.
“Nuestro trabajo fue un estudio exploratorio en un pequeño grupo de mujeres posmenopáusicas y residentes en la Ciudad de Buenos Aires”, destacó la investigadora. “Pero para la elaboración de políticas de salud pública dirigidas a la prevención de fracturas de cadera serían de gran utilidad estudios adicionales de mayor escala en distintas regiones del país”.
En el estudio también participaron los doctores Mariana Seijo, Diana Muzio, Julia Somoza, Myriam Nuñez y Beatriz Oliveri.
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