A pocos días de la Conferencia de la OEA en Punta del Este en la que Cuba fue expulsada de la organización americana, presionado por las Fuerzas Armadas el presidente Arturo Frondizi decide romper relaciones diplomáticas con la república de Cuba. Esta nueva concesión no le servirá de nada, pues poco después sería derrocado por un golpe de estado. Ver “Frondizi, entre Kennedy y Fidel”. VIDEO sobre ese gobierno.
Por Enrique Manson
Arturo Frondizi llegó al gobierno en 1958 mediante los votos peronistas. Sin embargo, ni estaba dispuesto a cumplir con el programa nacionalista enunciado en la campaña electoral, ni se encontraba en condiciones de hacerlo, debido al poder militar. Sin embargo, su habilidad y la torpeza de los militares gorilas, impidieron durante cuatro años que estos encontraran la fórmula para echarlo. Fue el tema cubano, combinado con el crecimiento de la resistencia insurreccional del peronismo, lo que dio, por fin, el pretexto.
La política exterior frondicista había mantenido el histórico nacionalismo yrigoyeniano. El conflicto entre Cuba y Estados Unidos dio una oportunidad para que la Argentina volviera a jugar un papel importante en la política continental. Durante la Conferencia Interamericana Económico Social, que trató el proyecto de la Alianza para el Progreso, argentinos y brasileños procuraron una gestión en que participó Ernesto Guevara, presente en la conferencia de Punta del Este.
Cuando, en diciembre de 1961, Castro declaró el carácter marxista-leninista de su revolución, el gobierno de Kennedy se convenció de que no había arreglo posible, y decidió la expulsión de Cuba de la OEA. La ocasión fue la VIII Reunión de Consulta de
Cancilleres. Varios países, Argentina entre ellos, se oponían. Frondizi pensaba que una expulsión arrojaría a la isla en brazos de la URSS y se proponía una reunión cumbre entre los presidentes Kennedy, Quadros, de Brasil, el propio Frondizi y el mexicano López Mateos, que obtuviera un compromiso de no exportar la revolución cubana.
Los esfuerzos argentinos fracasaron, y la OEA discutió un proyecto en que se reclamaba una reunión de Cancilleres por considerar que Cuba había entrado en la situación prevista en el artículo 6º del TIAR. La convocatoria tuvo amplia mayoría, con la oposición de Cuba, y de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México.
Frondizi era presionado por los militares para alinearse con Washington Por este motivo, el canciller Cárcano se manejó con discreción para no manifestar abiertamente cual sería la posición argentina. Por el balneario uruguayo circulaba un sinnúmero de agentes de los servicios de inteligencia, con los de la CIA a la cabeza, y sin excluir a los argentinos, que procuraban asegurar la expulsión cubana.
El 25, el secretario de Estado Dean Rusk se refirió a la "tragedia cubana", cuyo rostro "era la dictadura, el desengaño del pueblo, un régimen comprometido con las doctrinas
marxistas-leninistas…". "Por donde va el comunismo, va el hambre", afirmó
Osvaldo Dorticós, por Cuba, recordó una frase de Bolívar: "Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar a América de miserias en nombre de la libertad", y agregó que "quien perturba la paz de América no somos nosotros. El gobierno imperialista de los Estados Unidos y otros gobiernos de América Latina, son los que perturban la paz de América. ¿Acaso hemos suscripto con alguien un pacto militar como ha suscripto pactos militares agresivos el gobierno de los Estados Unidos, que introducen la guerra fría en el continente y comprometen la paz de los pueblos...? ¿Acaso no se perturba la paz en el continente cuando se invade nuestro país?"
Cárcano, tratando de evitar un enfrentamiento con los Estados Unidos, atacó al comunismo: "En América, la libertad del hombre y la democracia representativa son esencia y fundamento de los países que surgieron independientes...las fuerzas del mal vuelven al asalto de nuestras libertades y nuestra democracia. El comunismo ha llegado a nuestra América. Aceptamos el desafío. Tenemos la convicción de que los ideales del hombre libre terminarán por imponerse." Pero también sostuvo los principios de no intervención y de autodeterminación. Jurídicamente no existía una norma que permitiera la expulsión de Cuba.
La votación dio la mayoría necesaria. Se abstuvieron los seis países que se habían opuesto a la convocatoria. Cuba votó en contra.
En Buenos Aires, el canciller soportó un verdadero juicio militar en presencia de Frondizi, pero mantuvo su posición. "Cumplí las instrucciones del Presidente; pero si ellas hubieran sido opuestas a esa tradición que siempre he mantenido, hubiera renunciado antes de traicionarla...Yo no podría ser ministro de un país que acepte órdenes de una potencia extranjera."
No obstante, días después Buenos Aires rompió relaciones con la isla. Fidel Castro afirmó que el presidente argentino era "la suma de las excrecencias humanas."
No fue suficiente: el 29 de marzo el presidente fue derrocado.
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