Desde principios de este mes, todos se preparan para la fiesta y algunos afinan sus instrumentos típicos, como cajas, quenas, charangos, sikuris y anatas, y otros se hacen cargo de las comidas y bebidas. Todo es entusiasmo y a muchos se escucha tararear el típico estribillo "llegando está el carnaval..."
El calendario oficial fijó como feriados para la celebración de este año el 20 y 21 de febrero, pero el jolgorio jujeño empezará el con el Jueves de Compadres. Ese día, los hombres de cada pueblo se reunirán en casas de familias, sedes de comparsas tradicionalistas u otros locales, sin la presencia de mujeres, beberán y comerán en abundancia, cantarán y contarán historias y bromas.
Una semana después, en el Jueves de Comadres, serán las mujeres quienes,
sin hombres presentes, se encontrarán para hablar de sus temas y
coplear y bailar toda la noche, lo que también acompañarán con comida
regional y chicha de maíz
En ambos casos las reuniones se extenderán
también a las ciudades, donde hombres o mujeres se reunirán en los
puestos que durante todo el año atienden en los mercados, en oficinas
gubernamentales o en casas de familia.
Es común verlos al amanecer
del viernes siguiente, cubiertos de harina, papel picado y serpentinas,
algunos embriagados de chicha, con ramos de albahaca en sus manos, el
símbolo del carnaval en el noroeste argentino.
Las dos ceremonias
requieren mucho preparativo, ya que se deben cocinar platos como
picantes de pollo y de lengua, asado de cordero y de cabrito, empanadas,
tamales, humitas, mote de habas y de maíz, papas hervidas con queso de
cabra y postres como quesillo con miel de caña, cayote con nuez y otras
confituras.
Esta forma de celebrar el carnaval en la Puna, la
Quebrada y los valles jujeños es transmitida de generación en generación
y está relacionada con el culto a la Pachamama (Madre Tierra), que todo
lo da y todo lo produce, genera la vida y recoge los despojos mortales
en su seno.
Para dar comienzo al carnaval se debe desenterrar el
"Pujllay" (Diablo carnavalero), que estará en un mojón junto al río, en
los altos o al pie de un cerro. Quien encuentre ese muñeco rojo
alegórico del demonio se constituirá en el diablo oficial de la
celebración y se disfrazará como tal, adornado además con espejos,
lentejuelas y cascabeles.
El será quien animará los festejos y armará
las parejas en los bailes, donde prevalecerán los típicos carnavalitos,
taquiraris, cuecas, zambas y sayas, al estilo boliviano.
Durante
esos días, todo será alegría en Jujuy, abundarán las comidas y bebidas
regionales, con invitaciones gratuitas a vecinos y forasteros, y
cualquier patio será bueno para armar un "fortín" con músicos de la
zona.
Las agrupaciones carnavaleras invitarán comidas y bebidas,
vestirán atuendos coloridos y bailarán por las calles, acompañadas por
los músicos.
Para el cierre del carnaval, en medio de llantos e imploraciones el diablillo será devuelto a la tierra, para lo cual cavarán un hoyo, en el que colocarán ofrendas, como comidas, bebidas, tabaco y hojas de coca, para que el año próximo vuelva a presidir la gran fiesta del carnaval jujeño.
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