En el reciente discurso sobre el “Estado de la Unión” Barack Obama habló de sus abuelos porque ambos tuvieron “la oportunidad de compartir la promesa básica de Estados Unidos que si uno trabaja duro, puede ganar lo suficiente para criar a su familia, ser dueño de su casa, enviar a sus hijos a la universidad, y ahorrar un poquito para su jubilación”.
El presidente de los Estados Unidos se refirió indirectamente al “American Dream”, el famoso sueño americano.
Si bien hay muchas interpretaciones sobre el significado de dicho
“sueño” se lo podría resumir diciendo que es la búsqueda de la
prosperidad material en base al esfuerzo individual accesible a todos
por igual y donde el auto más grande y más lujoso es un símbolo palpable
del mismo.
Se considera que la idea surgió en los años treinta del siglo pasado
aunque algunos sostienen que comenzó a tomar forma con los inmigrantes
puritanos que escapaban de las persecuciones en Inglaterra en el siglo
XVII buscando libertad y felicidad para ellos y sus hijos. El aspecto
económico es muy importante pero no es el único; cuando Obama ganó la
presidencia se decía que había concretado el sueño.
En el imaginario norteamericano todos pueden sobreponerse a un origen
humilde porque la noción de movilidad social es casi como una religión
de Estado; aunque para las mujeres, los indios y los negros este “sueño”
siempre fue una quimera.
Es interesante notar que la mayoría de los hombres blancos -en teoría
con posibilidades de acceso ilimitado al éxito y la fortuna- tampoco lo
alcanzan. Por definición la movilidad social está ligada a un punto de
partida y a uno de llegada, y justamente lo que dificulta cada vez más
la concreción del “sueño americano” es la cantidad de pobres que hay en
Estados Unidos. Su punto de partida para concretarlo está tan alejado
de la meta que no pueden competir en igualdad de condiciones para llegar
a ella.
Uno de los factores negativos radica en que las redes de contención de
los más pobres en Estados Unidos son menores a la de otros países
capitalistas desarrollados. También que muchos de ellos se crían en
hogares unifamiliares (sólo con la madre), acceden a los peores
colegios, tienen serios problemas médicos como la obesidad y la
diabetes, y altos niveles de encarcelamiento ya que es el país con la
mayor población carcelaria del mundo. Numerosas investigaciones
académicas y periodísticas han demostrado que aquello que se repite
hasta el infinito no es tal cual se lo presenta.
Un estudio del economista Markus Jantti encontró que el 42 por ciento de
los hombres que crecieron en el quintil más bajo de la sociedad
permanecen en el mismo siendo adultos, y tan sólo el ocho por ciento
accedió al quintil más alto, mientras que en Canadá y varios países de
Europa occidental existe mayor movilidad social que en el país donde
esta idea se repite como una verdad absoluta.
“Incluso muchos republicanos como el precandidato republicano Rick
Santorun- lo están reconociendo en público. Obama está en campaña y
deberá demostrar que el sueño americano” -o lo que se cree que es el
sueño- no es sólo un mito. Le quedan nueve meses para intentarlo y
evitar que resuenen con fuerza las palabras de Malcom X: “Yo no veo
ningún sueño americano, lo que veo es una pesadilla americana”.
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