Nadie que viva en esta localidad pesquera de la costa sur, a unos 70 kilómetros de la capital de Cuba, puede olvidar el devastador impacto de los huracanes de 2008. Ahí están, como recordatorio, las casas destruidas, la erosión y una playa que perdió el brillo de antaño.
Por Patricia Grogg, para IPS
"El mar inundó toda esta zona. También botó arena, tanta que luego
tuvieron que llevársela en camiones. Dicen que con el ciclón de 1944
pasó algo parecido y hubo muertos. Ahora no, porque, como siempre,
evacuaron a toda la población…", cuenta Mario, un locuaz cantinero
del pequeño complejo turístico, totalmente vacío en esta época
invernal.
Los planes de prevención que se activan ante cada temporada
ciclónica, de junio a noviembre, evitan o reducen al mínimo la
pérdida de vidas humanas. No así los daños económicos.
Los huracanes Gustav, Ike y Paloma, que en menos de tres meses
azotaron Cuba en 2008, causaron perjuicios evaluados oficialmente en
unos 10.000 millones de dólares.
Entonces, ya no quedaron dudas de que, si buena es la prevención, no
lo es menos la adaptación para afrontar las consecuencias del cambio
climático, entre las cuales la más temida es la elevación del nivel
de las aguas oceánicas. Un riesgo que no siempre asimilan las
familias que viven en la línea costera.
"Sí, sí, sabemos eso, estamos cerca del mar, pero aquí no subió mucho
el agua. Además, la casa nueva la estamos haciendo en un lugar más
alto", dijo una vecina que construye su nuevo hogar con sus propios
recursos. "Mi hijo recibe remesa (de dinero) de su padre, y él me
ayuda a mí con la construcción, que hacemos poco a poco, según las
posibilidades", añadió.
Estudios de científicos cubanos sobre vulnerabilidades de los
sistemas costeros en la región caribeña alertan que el aumento del
nivel del mar entre 2050 y 2100 estará en un rango de entre 27 y 85
centímetros, realidad con fuertes implicaciones geográficas,
demográficas y económicas para los estados insulares.
Estimaciones oficiales indican que, para 2050, podría quedar
sumergido de forma permanente 2,32 por ciento del territorio de Cuba,
lo cual implicaría que, de no tomarse las medidas de adaptación
necesarias, se afectarían no menos de 79 asentamientos costeros y 15
desaparecerían totalmente.
El ecosistema costero representa cinco por ciento del área total del
país, con un estimado de 250 kilómetros urbanizados a lo largo de las
costas y una población de 1,4 millones de habitantes residentes en
244 asentamientos, 63 de ellos urbanos y 181 rurales, así como 588
kilómetros de playas.
"Ante todo, hay que saber por qué y en qué es necesaria la
adaptación", dijo a IPS la presidenta de la gubernamental Agencia de
Medio Ambiente, Gisela Alonso. "En Cuba estamos haciendo estudios de
clima y tenemos nuestras propias apreciaciones y nuestros propios
modelos para saber los niveles de impacto que debemos asumir",
agregó.
La experta advirtió que hacen falta recursos financieros,
conocimiento, tecnología y una infraestructura propia, tanto material
como humana, para poder enfrentar problemas de los cuales las
naciones en vías de desarrollo no son las principales responsables.
"¿Cómo asimilar la adaptación sin educación, salud, ni garantía de
alimentación?", preguntó.
Un estudio realizado en ocho países del Caribe insular, difundido en
2010 por Facilidad Caribeña de Seguros contra Riesgos de Catástrofes
(CCRIF, por sus siglas en inglés), indicó que países de esa área
podrían perder al año hasta nueve por ciento de su producto interno
bruto (PIB) debido a las tormentas e inundaciones que se cree son
consecuencia del cambio climático.
Cuba afronta "sobre todo el incremento e intensidad de los eventos
hidrometeorológicos extremos, que no solo son los ciclones
tropicales, sino también la sequía, las grandes inundaciones, el
aumento de la temperatura y, como archipiélago que somos, uno de los
peligros más grandes: la elevación del nivel del mar", afirmó a su
vez Alonso.
Sin embargo, la especialista consideró que esta isla tenía "una
cierta ventaja", porque cuenta con un potencial científico que le ha
permitido comenzar desde hace muchos años a evaluar y ofrecer
alternativas de medidas sociales, "en que el tema salud es
indispensable", y de corte económico y ambiental.
De acuerdo con la experta, esta nación caribeña dispone de un
programa de atención al cambio climático que abarca tanto los
estudios previos de peligro, vulnerabilidad y riesgo, incluidos los
impactos posibles del aumento del nivel del mar, como las medidas
sectoriales que se deben adoptar.
En los planes, que no han sido publicados, figuran disposiciones de
ordenamiento territorial que establecen cuan lejos de la costa deben
ejecutarse las inversiones turísticas y las nuevas zonas urbanas, así
como la resiembra y recuperación de los manglares, que junto con los
arrecifes son importantes barreras naturales en la línea costera.
En el caso de la agricultura, se hace un seguimiento muy de cerca el
agua de riego. "Cuba está montada sobre una superficie cársica y la
elevación del nivel del mar incrementa la intrusión salina.
El agua que no es de calidad saliniza el suelo y perjudica la
producción agrícola", comentó Alonso.
Finalmente, la especialista consideró que desde el punto de vista
educativo y social, la comunidad debía saber a lo que se enfrentaba,
porque el cambio climático se añade a la degradación de los suelos y
a la contaminación y escasez de agua para el consumo humano, entre
otros problemas ambientales que configuran un complejo panorama a
nivel mundial.
Todos los derechos reservados Copyright 2007
Terminos y usos del sitio
Directorio Web de Argentina
Secciones
Portada del diario | Ediciones Anteriores | Deportes | Economia | Opinion|Policiales
Contactos
Publicidad en el diario | Redacción | Cartas al director| Staff