De vuelta a su confortable nido en los salones de la lujosa avenida Montaigne de París, tras varios desfiles en el museo Rodin, Dior presentó este lunes una colección etérea, con transparencias sedosas sobre siluetas de cinturas ajustadas, típicas de la casa.
El británico Bill Gaytten recibió aplausos. El antiguo brazo derecho de John Galliano, al frente de los equipos de creación desde que su jefe tuvo que dejar la firma por haber proferido insultos racistas, había sido muy criticado en su anterior y primer desfile.
"Ahora, es más yo", explicó entre bastidores, visiblemente aliviado.
Para esta colección se inspiró, confiesa, en los "códigos" de identidad de la casa, tras haber meditado "sin parar, los siete días de la semana, desde la mañana hasta la noche, despertándose a veces con sobresaltos a las tres de la madrugada".
El modisto aprovecha para recordar que, con sus 50 años pasados, ya no es un novato en la profesión, pese a haber permanecido mucho tiempo en la sombra. "Me dedico a esto desde hace mucho, mucho tiempo", insiste. Y lo cierto es que trabaja en Dior desde hace 16 años.
Sobre el nombramiento de un sucesor de Galliano y la hipótesis de que lo sustituya él mismo, Bill Gaytten se parapeta detrás de un "No comment".
Fue la modelo estadounidense Karlie Kloss, rostro de varios anuncios publicitarios de la marca, la que abrió el desfile con un abrigo blanco de seda transparente, bordado de negro y ceñido a la cintura, con mangas holgadas.
Como muselina, tul o organza, la seda desfila bajo todas sus formas. Los cortes y las costuras quedan a la vista, con sobrecosturas bordadas. "Es como una radiografía de la casa Dior, donde el interior de las prendas se desvela", explica Bill Gaytten.
©AFP / François Guillot
El negro predomina, y también el berenjena, el rojo chillón, que tanto le gusta a la casa, o el beige, asociado a veces al rosa.
La muselina blanca sobre negro imprime un aspecto grisáceo. Pero también hay juegos de blanco sobre una base roja, o un rosa que evoluciona en función de la luz. Varias prendas en cocodrilo o avestruz interrumpen el oleaje de sedas diáfanas.
La cinturas aparecen ceñidas, con chaquetas drapeadas o vestidos con volumen, a menudo plisados. Para la noche, triunfan unos impresionantes vestidos de baile al estilo miriñaque, negros y blancos o rojos brillantes.
El cabello se lleva encorvado sobre la nuca o recogido con una cinta de cuero negro. Las modelos lucen los vestidos con largos guantes de cuero y posan ante los fotógrafos apoyando una mano delicadamente sobre la cadera, como en las fotos de moda de los años 1950.
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