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AMPLIAR Otra demostración que no se puede jugar un clásico con ambas hinchadas

Goleada y desmanes en el clásico tucumano

Atlético Tucumán le ganó 3-0 a San Martín, pero el resultado es anecdótico. Luego del partido hinchas de los Santos rompieron autos, puertas, porteros eléctricos, entre otras cosas, en las inmediaciones del Monumental. La policía desbordada. Otra demostración que no se puede jugar un clásico con ambas hinchadas.

Para el partido en el cual Atlético se impuso cómodamente por 3 a 0 contra San Martín se aumentó el número de efectivos, respecto al partido de ida en La Ciudadela, de 700 a 730. Además antes de comenzar el cotejo se realizó un estricto control en las inmediaciones del estadio para que los simpatizantes sólo ingresen con la entrada en la mano. Todo fue en vano.

Parecía que sería una fiesta. Ambos equipos salieron con un recibimiento impresionante por parte de la gente que colmó el estadio Monumental. El primer tiempo se desarrolló con normalidad, pese a algunos altercados controlables en la parcialidad visitante.

En el segundo, todo cambió, Montiglio anotó el primero y comenzaron algunos disturbios. Luego llegó el golazo de Fondacaro y para concluir  Palacios hizo el tercero. Estalló la violencia en vez de la alegría.

A pesar de ser un amistoso los hinchas no parecen entenderlo. En este caso, los de San Martín. Obligaron a que la policía actuara con balas de goma, luego de que rompieron el alambrado y encendieron fuego en la tribuna. La gente que fue con sus hijos no entendía nada. Al finalizar el partido, los primeros en despejar la cancha fueron los del Santo, por calle Bolivia, donde aprovecharon para romper autos, vidrios, puertas, porteros eléctricos, realizar pintadas, en síntesis un desmán propio de un enfrentamiento absurdo. Una violencia injustificada.

Responsabilidades

En el partido de ida no se registraron incidentes de estas características, la situación se pudo controlar de mejor manera. Esta vez el operativo de seguridad se vio desbordado. Una situación evitable. Los dirigentes son los principales responsables por organizar un partido de fútbol donde convivieron las dos hinchadas, una bomba que tarde o temprano tenía que explotar.

No es novedad la popularidad que tiene el fútbol, ni tampoco la violencia social que atravesamos. Lamentablemente en nuestro país esa violencia se canaliza en los estadios y se potencia en los clásicos.

Una prueba más de que en Tucumán no puede haber parcialidad visitante cuando juegan el Deca con el Santo.

Sebastián Ganzburg