Termina 2011, año en el que los indignados de muchos lugares del mundo se hicieron oír. En Tucumán en fechas recientes el GIAAT han encontrado restos de personas que fueron silenciadas, a través de secuestros, torturas y asesinatos en nombre de la Doctrina de la Seguridad Nacional. Días antes, había muerto Antonio Domingo Bussi, principal autor de tales desapariciones y muertes.
Escribe Fernardo Rovetta.
El contraste entre una y otra forma de vivir y de morir, pueden remitirnos a la afirmación socrática: es preferible padecer una injusticia que cometerla. Si bien es difícil pensar que aquellas muertes tan crueles puedan ser preferibles a algo, la afirmación del maestro griego quiere destacar que aún peor que la peor de las muertes, es la destrucción moral de quien la ejecuta u ordena ejecutarla, al extremo de convertirle en amoral. Si tal condición afecta a quien gobierna, desmoraliza al pueblo gobernado. Esto explica por qué pudo volver a gobernar en período democrático, respaldado por una mayoría electoral desmoralizada.
Todavía en nuestros días hubo quienes dedicaron obituarios encomiásticos al victimario, por ello pensé que podía añadirles aquel obituario con hurras, que Mario Benedetti escribió en 1963 por demandas domésticas y que luego circuló por la red ante la muerte de Ronald Reagan (2004), de Pinochet (2006) y de Massera (2010). Pero desisto, porque si bien toda la convocatoria inicial se justifica plenamente, el último verso no parece tener en cuenta el dolor de sus familiares. Y si bien el victimario nunca tuvo en cuenta el dolor que causaba a sus víctimas ni el de sus familiares, por no asemejarnos en nada a su proceder, no le dedicamos ningún obituario.
Por el contrario, a las víctimas de aquellos crímenes de lesa humanidad a quienes su padecimiento les convirtió en héroes de la democracia, vaya nuestro homenaje que habrá de traducirse –como diría Adorno- en comprometer nuestra teoría y nuestra acción para que nunca más haya campos de exterminio en nuestra tierra. Y para sus familiares, nuestro más entrañable abrazo de condolencias, como para que juntos –sin excluir a nadie, salvo a los que prefieran no venir- retomemos en 2012 la marcha pacífica pero decidida hacia una Latinoamérica y una Tierra más justa, libre y fraterna, como querían nuestros Desaparecidos.
Fernardo Rovetta
Prof. de Filosofía del Derecho
UCLM, Albacete, España
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