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AMPLIAREl gusto por el consumo es generalizado en la sociedad tucumana

Consumismo como parte del "goce"

El gusto por el consumo es generalizado en la sociedad tucumana. Apenas se obtiene, entre manos unos magros pesos, son gastados sin recato en un sin fin de cosas innecesarias. Las tarjetas de crédito se saturan y después vienen las cuentas. Pasan las fiestas y en enero no queda más alternativa que comer algunos huesos de pollo o chancho que sobró de la hermosa mesa.

Por Sebastián Ganzburg 

El gusto por el consumo es generalizado en la sociedad tucumana. Apenas se obtiene, entre manos unos magros pesos, son gastados sin recato en un sin fin de cosas innecesarias. Las tarjetas de crédito se saturan y después vienen las cuentas. Pasan las fiestas y en enero no queda más alternativa que comer algunos huesos de pollo o chancho que sobró de la hermosa mesa. 

Esta vez fue en un feriado puente, esos nuevos aprobados hace poco por el gobierno. Se denomina así porque es un día laboral en medio de dos que no lo son. El acatamiento fue dispar, bancos ni administración pública trabajaron, otros rubros lo hicieron a media máquina, excepto el comercio que aprovechó la ola consumista, abrieron y vendieron como loco. Muchos ya cobraron y no tuvieron mejor idea que gastarse hasta la última monedita, al quedarse sin efectivo apelaron indefectiblemente a los créditos. 

Es así, a la gente le gusta gastar en forma desmedida, sin reparar un solo instante en consecuencias inmediatas. No está mal, por lo menos lo pueden hacer, peor sería quedarse en casa mirando como pasa la carroza. 

¿Cosas innecesarias, dijiste? Tal cual, por ejemplo, se compran zapatillas que valen la mitad de un alquiler. Ropas que parecen llegadas de Italia, minicomponentes de última generación y ni hablar de los plasmas. Definitivamente no hay conducta. Hasta podría llegar a firmar que es una práctica comunista. ¿Te volviste loco?, de ninguna manera, mirá el tema es que este comportamiento forma parte del “goce”, según el concepto del psicoanálisis. Es practicado por todas las clases sociales, el más indigente, el pobre, las clases medias y la burguesía, todos disfrutan de gastar. Por supuesto que las consecuencias en los bolsillos no son las mismas. Hay algunas personas que pueden pasarse años derrochando dinero, como verdaderos parásitos sociales, sin que eso le afecte la economía, otros, en cambio, la mayoría, llega al mes siguiente y no sabe cómo hacer para dejar de comer guiso de arroz, sin carne. No le alcanza para otra cosa.

Insisto, un cacho así de conducta, viejo, no le hace mal a nadie. Es utópico pensar en el ahorro porque siempre tiramos hasta fin de mes a gatas, pero que se yo, no despilfarrar tanto. Comprar tiene su gracia pero el abuso es descabellado. Por eso lo considero parte del goce. Los psicoanalistas sostienen que “el goce concierne al deseo inconsciente y desborda toda consideración sobre los afectos, emociones y sentimientos para plantear la cuestión de una relación con el objeto que pasa por los significantes inconscientes”. En síntesis me compro una zapatilla de 500 mangos y me siento feliz, al cabo de 30 días paso por una especie de sufrimiento porque no se cómo mierda hacer para viajar en colectivo y mucho menos para compartir un asado con la familia.