09/12/2011 - Hace 200 años

Con el cruce del río Uruguay terminaba el Éxodo Oriental

Los miles de orientales que siguen a Artigas en su retirada comienzan el cruce del río Uruguay hacia la localidad de Salto Chico, la actual ciudad de Concordia. Traicionado por el Triunvirato de Buenos Aires, que había firmado un armisticio con el gobernador español de Montevideo Francisco Javier de Elío, José Artigas inició su retirada hacia Entre Ríos seguido por el grueso del pueblo oriental. VIDEO

BICENTENARIO DE UNA GESTA POPULAR

Por Alejandrina Morelli

El 10 de diciembre de 1811, hace 200 años, el general José Gervasio Artigas cruza el río Uruguay por el Salto Chico y a sus orillas instala el campamento.

Parece el final, pero en cambio empieza una nueva era, en la que se consolida la verdadera dimensión del caudillo, que en su estrategia integra al Paraguay y a las provincias del litoral. Una dimensión que lo convierte en uno de los máximos héroes de los argentinos, negado por la historiografía liberal, bien definido por uno de sus detractores, Bartolomé Mitre, como el aspirante a "dominar los destinos nacionales, con sus medios y sus propósitos".

Propósitos entre los que se encontraban la independencia a ultranza de las Provincias Unidas, la  destrucción del improductivo latifundio para que " los infelices sean los más privilegiados" y la aplicación de un republicanismo político que integrara a las comunidades indígenas. Un ideario revolucionario que nos honra y que se puso en práctica, más tarde,  en la Liga de los Pueblos Libres", donde pudo articular la Banda Oriental, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Santa Fe, y por un lapso menor, también Córdoba y La Rioja.

Para esterilizar su mensaje e influencia, a sus enemigos no les alcanzó con su exilio: tuvieron que recortar la Banda Oriental del conjunto de provincias remitiéndolo sólo a su territorio natal, cuando nunca estuvo en su ideario un Uruguay independiente. De hecho, cuando le informaron, ya derrotado en Paraguay, que la Banda Oriental había declarado su independencia, Artigas respondió: "Yo ya no tengo patria".

La gesta había comenzado a principios de 1811, cuando el 12 de febrero Francisco de Elío, gobernador español de Montevideo, le declara la guerra  a la Junta de Mayo.

El pueblo oriental se levanta en armas a favor de La Junta y el jefe que logra aglutinar las diversas expresiones espontáneas es  Artigas, que viaja a Buenos Aires donde la Junta lo designa teniente coronel, subordinado directamente  al Comandante de la campaña en la Banda Oriental, José Rondeau.

Luego de algunos enfrentamientos, Artigas vence en Las Piedras el 18 de mayo, batalla que abre las puertas al sitio de Montevideo. Pero mientras la flota española bloquea el puerto de Buenos Aires, De Elío pide el auxilio de los portugueses que, comandados  por Diego de Souza comienzan la invasión a la Banda Oriental.

El 23 de septiembre, se constituye en Buenos Aires el Primer Triunvirato -consumación de la maniobra de los comerciantes porteños, respaldados por el enviado británico Lord Stangford, de apoderarse del gobierno de las Provincias Unidas- que negocia con De Elío el levantamiento del sitio de Montevideo por el del bloqueo de Buenos Aires.

El 10 de octubre, en la quinta La Paraguaya, vecinos y tropas se rehúsan a levantar el sitio tal como ordenaba el Triunvirato y nombran a Artigas general en jefe de los Orientales.

Rondeau regresaba a Buenos Aires, el Triunvirato nombraba a Artigas gobernador del departamento de Yapeyú, en Misiones, y los portugueses iniciaban la invasión a la Banda  Oriental.

El 23 de octubre, a orillas del río San José tuvo lugar una asamblea de gran importancia: en medio del dolor y la desazón de sus seguidores Artigas notificó la ratificación del armisticio y su decisión de acatarlo y retirarse hacia el norte con su tropa. Sucede entonces lo inesperado, lo que cambió el rumbo de la historia: a medida que las tropas artiguistas marchaban hacia el norte, se sumaban a su paso los civiles, familias enteras, con carruajes, mujeres y niños, familias humildes, campesinos que quemaban sus ranchos para no dejárselos al enemigo, gauchos a caballo, indígenas, pero también estancieros y comerciantes, orientales, en fin, que no querían vivir bajo el yugo de los portugueses.

Así  comienza la gloriosa gesta del pueblo oriental, el éxodo de un pueblo tras su líder, que algunos quieren llamar "derrota" cuando confunden la palabra con Redota, que significa la senda, el camino que se hace al andar, de un  pueblo que prefirió bandonarlo  todo antes que vivir dominado y consolida así su identidad y su destino.

Y comienza también la maduración de la concepción federal de Artigas, que se sabe traicionado por los intereses porteños, y la definición de las características sociales de su potente y asombroso movimiento político. (Télam)