Desde que el 1 de enero de 2011 asumió la presidencia de Brasil de manos de su mentor político, Luiz Inacio "Lula" da Silva, Dilma Rousseff gobernó con un gabinete prácticamente heredado de su antecesor, y que le trajo más de un dolor de cabeza: en medio año, siete ministros debieron dejar el Gobierno, seis de ellos acusados de corrupción, desvío de dinero público y otras irregularidades, y otro más está en la mira.
A pesar del récord de perder en promedio un ministro por mes, los analistas brasileños coinciden en que estos escándalos no afectan la gobernabilidad de Rousseff ni su imagen, que ronda el 70%, ya que la economía macha bien y todas las renuncias son vistas en realidad como un esfuerzo de la jefa de Estado por luchar contra la corrupción.
Este domingo se sumó a la lista de renunciantes el ministro de Trabajo Carlos Lupi, acusado de haber viajado en 2009 en un avión alquilado por una organización que luego obtuvo contratos millonarios con esa cartera.
La semana pasada, la Comisión de Ética Pública de la Presidencia de Brasil había recomendado la salida del funcionario, por considerar que sus explicaciones ante el escándalo no habían resultado convincentes.
"Salgo con la consciencia tranquila del deber cumplido, de mi honestidad personal, y confiado en creer que la verdad siempre vence", afirmó Lupi, perteneciente al Partido Demócrata Laborista (PDT) y que había sido nombrado por Lula en el cargo en 2007. (Ver recuadro "Los ex hombres de Dilma").
Al enfrentar las acusaciones, el ministro llegó a advertir que "sólo a balazos" dejaría su cargo, tras lo cual debió salir a pedir perdón a la presidenta por el exabrupto. "Disculpas si fui agresivo, no fue mi intención, yo te amo", le dijo a Dilma.
Pero esta "declaración de amor" no conmovió en lo más mínimo a la dura mandataria: "Yo tengo 63 años, una hija de 34 y un nieto de un año y dos meses. De ahí que no soy propiamente una adolescente y diría además una romántica. La vida enseña a la gente y creo que tenemos que respetar a las personas, pero yo hago análisis muy objetivos", recalcó a los periodistas.
Las denuncias contra Lupi se originaron en una nota publicada por la revista "Veja" a principios de noviembre, en la que se relacionaba a un asesor del ministerio –que luego fue suspendido de su cargo- con el supuesto pago de sobornos a organizaciones que firmaron contratos con esa cartera.
Luego, el tradicional "Folha de Sao Paulo" lo acusó de haber cobrado un sueldo como asesor "fantasma" en la Cámara de Diputados entre 2000 y 2006, cuando no iba casi nunca y "se dedicaba exclusivamente a tareas" como vicepresidente del PDT, según declararon en forma anónima al diario varios ex asesores, diputados y ex congresistas
Barajar y dar de nuevo. Agobiada por denuncias de corrupción generalizada entre sus colaboradores, Dilma decidió buscar una solución de fondo al problema: en los próximos días se tomará una semana en la playa para delinear su futuro gabinete, integrado por hombres y mujeres de su confianza, y que sería el primero netamente suyo.
Aunque la prensa y los analistas políticos brasileños tienen puestos los ojos en cada indicio y en cada dato que pueda trascender, lo cierto es que los cambios que piensa implementar la mandataria brasileña se mantienen bajo absoluto hermetismo.
"Las dimisiones no parece que vayan a desbaratar la coalición (de los partidos de gobierno) ni generar una parálisis en el Congreso. Dilma seguirá manteniendo la estabilidad política y podrá concentrarse en la economía", estimó Rafael Cortés, investigador político del centro de análisis "Tendencias", de Sao Paulo.
La mujer que maneja el destino de la séptima economía del mundo eligió al empresario Jorge Gerdau para que la asesore en la formación de un nuevo Ejecutivo y coordine la Cámara de Gestión y Competitividad del Gobierno, un órgano ejecutivo para mejorar la eficiencia de los ministerios, que en la actualidad rondan los 40.
"Es imposible administrar 40 ministerios", admitió el empresario, quien además confirmó la formación de un nuevo gobierno a partir de enero.
Y aunque no hay información oficial sobre el plan que tiene Gerdau en mente, los analistas sostienen que podría decidirse por eliminar algunos ministerios y agruparlos por áreas, o simplemente mantener el actual número y remover a los funcionarios sospechados de corrupción. Aunque, de acuerdo con las apreciaciones del propio Gerdau –que aclaró que eran a título personal- la primera parece ser la opción más viable.
La lucha por el reparto del poder. Los analistas se preguntan el motivo por el cual las denuncias de actos de corrupción contra varios ministros brasileños –la mayoría de los cuales fueron heredados del gobierno de Lula- ocurren ahora y no sucedieron antes.
Por eso especulan con que detrás de todas las escandalosas denuncias de corrupción, se esconde en realidad una lucha interna de poder entre el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y sus principales aliados (que suman más de 20) para quedarse con áreas clave.
Uno de los ministerios más codiciados es el de Deportes, que vio triplicado su presupuesto, ya que Brasil será sede del Mundial de Fútbol de 2014 y de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016.
Durante su Presidencia, Lula fue un gran defensor de sus ministros, aunque también debió aceptar la renuncia de dos de ellos: el de Economía, Antonio Palocci, y el de la Casa Civil, José Dirceu, a quien reemplazó la propia Rousseff.
Con una gran influencia sobre su ahijada política y sucesora, Da Silva logró que Palocci volviera a ser ministro de la Casa Civil cuando Dilma asumió el cargo. En tanto Dirceu mantiene una fuerte influencia dentro del PT mientras espera la sentencia del Tribunal Supremo en la causa que lo investiga por supuestos sobornos a diputados durante el primer gobierno de Lula, en 2005.
El propio ex presidente sobrevivió en ese año a las denuncias de financiamiento ilegal para su Partido de los Trabajadores.
"La actitud de Lula era otra: frente a denuncias, él decía que nadie podía ser culpado hasta ser juzgado. Rousseff ha actuado de manera diferente -forzando las dimisiones-, lo que es un refejo de que la sociedad es menos tolerante" ante la corrupción, afirmó el analista Carlos Lopes, del Instituto Analise, a la agencia de noticias francesa AFP.
Rafael Cortés coincide en que la percepción generalizada es que Dilma "actúa más rápidamente contra los políticos corruptos que sus antecesores, que es menos tolerante con las irregularidades", lo que termina jugando a su favor.
Con la mira en el 2014. Otro aspecto clave es que ya empiezan a tejerse las alianzas de cara a las presidenciales de 2014. En ese sentido, los partidos aliados al PT prefieren que el candidato vuelva a ser Lula, quien se está tratando de un cáncer que le fue detectado meses después de dejar el poder.
Para sostener esas afirmaciones, los expertos destacan que durante el gobierno del ex metalúrgico casi no hubo paros masivos y la economía estaba encarrilada, mientras que Dilma está empezando a sufrir las primeras huelgas significativas, como las de la banca y el servicio postal.
Además, cientos de personas protestaron a mediados de noviembre en 30 puntos del país contra la corrupción gubernamental, aunque la marcha –convocada a través de las redes sociales- no tuvo las repercusiones esperadas por los organizadores debido a la lluvia y a que coincidió la fecha con un feriado nacional. Sin embargo, las anteriores manifestaciones, en septiembre y octubre, habían sido multitudinarias y algunas de ellas también fueron organizadas en días feriados.
Los manifestantes también pidieron que el Congreso apruebe una ley que inhabilite a los políticos condenados por la Justicia y que se termine con el voto secreto en el Congreso.
La mujer del año. A pesar de todos los embates, Dilma fue elegida la semana pasada como la "Brasileña del Año" por la revista "Istoé", que destacó que la mandataria es una de las personas más influyentes del mundo y "condujo al país a un nivel superior".
A nivel nacional "impuso su propia marca de gobierno, intransigente en la defensa de los recursos públicos y en la búsqueda de una política que asegure crecimiento con distribución de renta" cuestión que "no es poco para un gobierno que apenas está comenzando", destacó el semanario. Y agregó que el plano internacional, Rousseff colocó a su país como el "invitado que entra pisando la alfombra roja: tiene algo para decir y es escuchado".
A pesar de los escándalos, la popularidad de la mandataria superaba el 70% en un sodeo realizado a finales de setiembre y, según las consultoras privadas "Análisis" y "CAC", no se espera un deterioro significativo de su imagen para los próximos meses.
El politólogo y sociólogo André Pereira, de "CAC" destacó que la jefa de Planalto puede "mantener el timón del gobierno" ya que cada ministro que renunció a su cargo fue reemplazado por otro miembro del mismo partido, manteniendo sin problemas la alianza gubernamental.
En el mismo sentido se expresó Alberto Almeida, politólogo de "Análisis", quien sostuvo que Rousseff "apenas crece un escándalo deja caer a los ministros y los restituye por acuerdo con los partidos". "Para ella la prueba de fuego no es la política sino la economía", sentenció.
Pereira destacó que "el mayor blindaje político de la presidenta es la economía" y consideró que "mientras los brasileños no sientan el efecto de la crisis todo estará bajo control".
Por ese motivo, la mandataria acaba de anunciar una serie de medidas tendientes a aumentar la productividad y las inversiones en su país en medio de la crisis financiera internacional.
La economía brasileña ya es la séptima del mundo y se perfila para seguir subiendo escalones en los próximos años. Esto, sumado a la debilidad que muestra la oposición y a la falta de alternativa política, hacen que la fortaleza de Dilma, a pesar de todos los embates, siga intacta.
Por Jorgelina Perez(GacetaMercantil)
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