Escritor, ensayista, político y periodista, fue expulsdo del PC en 1945 por su adhesión al peronismo, activo militante de la Resistencia peronista fue profesor de la UNAM, cofundador del diario El Día y rector de la UBA. Perseguido por la Triple A, Montoneros lo traslado a México e integró la conducción del Movimiento Peronista Montoneros. Autor de una vasta y significativa obra histórica y política. Había nacido en Buenos Aires 19 de noviembre de 1906. Ver “Rodolfo Puiggrós y sus combates contra los dogmas”.
RODOLFO PUIGGRÓS Y SUS COMBATES CONTRA LOS DOGMAS
Por Maximiliano Molocznik
Historiador, político, periodista y catedrático, Rodolfo Puiggrós fue uno de los intelectuales argentinos más notables que ha dado el pensamiento historiográfico y filosófico del siglo XX.
Comenzó su militancia activa en el Partido Comunista en la década del 30 encuadrado ideológicamente en la ortodoxia stalinista de ese partido conducido con mano de hierro por Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi. A partir de mediados de la década del 40 comienza un viraje que lo une al peronismo a través del MOC (Movimiento Obrero Comunista).
En ese replanteo de ideas comienza a despegarse de la tradición historiográfica del PC y a criticar la línea Mayo-Caseros, eje de la interpretación liberal de la historia argentina que el partido compartía. Desde su periódico Clase Obrera fustiga la línea de acción política del comunismo y ofrece una fuerte de defensa de Perón y el peronismo en tanto revolución nacional antiimperialista.
En su producción historiográfica se presenta como un crítico permanente de Rosas. Su libro, “Rosas, el pequeño”, es un claro ejemplo de esta actitud que lo aleja tanto del revisionismo histórico rosista tradicional de la década del 30 como de la vertiente peronista del mismo revisionismo en la década del 60.
Un trabajo de suma importancia y que ha pasado desapercibido para sus biógrafos fue, sin lugar a dudas, “Libre empresa y nacionalización de la industria de la carne” que lo muestra ya como un intelectual plenamente comprometido con los problemas nacionales
concretos.
La Revolución Cubana de 1959 lo encuentra entre sus más fervorosos defensores. Es muy importante destacar que mantuvo una enorme fidelidad política con el castrismo y el guevarismo hasta el final de su vida. Estaba convencido de que la “herejía” cubana, es decir el camino hacia el socialismo “quemando etapas” era posible. Viajó varias veces a la isla y fue uno de los intelectuales más consecuentes en la defensa de la heterodoxia dentro de esa revolución.
Toda su trayectoria estuvo signada por una obsesión: intentar superar el divorcio entre la izquierda tradicional y la cuestión nacional ya que para él, los problemas eran la “miopía” y el dogma político de esta izquierda tradicional que provocó el desencuentro
de las corrientes revolucionarias explicando el fracaso del proyecto de cambio social en la Argentina.
Tuvo un importante papel en los agitados años 70 como “maestro” de juventudes y guía intelectual de los jóvenes montoneros. Rector de la Universidad de Buenos Aires en el tumultuoso período de la primavera camporista fue atacado ferozmente por la derecha lopezreguista que lo obligó a exiliarse en 1974.
Puiggrós no perdió nunca de vista la necesidad teórica y política de lograr una síntesis, con Cuba como modelo, del nacionalismo revolucionario peronista y el marxismo. Esta disyuntiva, es decir si era posible congeniar la ideología y la metodología marxista con la identidad política peronista es el dilema central de toda su obra.
En su “Historia crítica de los partidos políticos”, su mejor libro, intenta resolverlo desarrollando la teoría de las causas internas, que deberían orientar a la militancia revolucionaria desde las causas internas a las internacionales y no al revés tal como sostenían las “vanguardias esclarecidas” contra las que tanto polemizó.
Políticamente apoyó, en 1975, la creación del Partido Peronista Auténtico (PPA) y en 1977 dirigió la conducción de la rama de profesionales del nuevo Movimiento Peronista Montonero (MPM) llegando a formar parte de la mesa de conducción.
Desgarrado interiormente por el asesinato de su hijo Sergio en una emboscada militar se instaló definitivamente en México. Fue olvidado y silenciado por el neopositivismo historiográfico imperante hoy en las universidades que so pretexto de poseer un discurso democrático y progresista lo omiten como bibliografía.
Una figura de esta talla intelectual y moral debería ser revalorizada tanto en sus aportes al método de la investigación histórica como en su inquebrantable compromiso ético y militante por el cambio social y revolucionario en nuestro país.
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