El presidente de Nicaragua, el ex guerrillero Daniel Ortega, se apresta a una eventual reelección el domingo frente a cuatro opositores de derecha, en unos comicios marcados por su polémica candidatura y el millonario apoyo de su aliado venezolano Hugo Chávez.
Unos 3,4 millones de nicaragüenses están llamados a votar en elecciones presidenciales y legislativas, en las que no se esperan sorpresas con el favoritismo que dan las encuestas a Ortega, con 48% de intención de voto, contra 30% de su principal adversario, el empresario radial Fabio Gadea, según Cid Gallup.
Ortega, quien gobernó en toda la década de los 80, tras la revolución que derrocó a la dictadura somocista, volvió al poder en 2007 para un mandato de cinco años y aspira ahora a un tercero ante una oposición dividida que busca al menos aumentar su presencia en el parlamento.
Su postulación por el izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) levantó un polvorín en la oposición, pues está amparada en un fallo de jueces afines que declararon inaplicable en su caso la prohibición constitucional de la reelección sucesiva.
No obstante, Ortega, próximo a cumplir 66 años, parece tener su reelección casi segura. La ley establece que se ganará la Presidencia en primer vuelta con mayoría relativa de al menos 40% de los votos, o un mínimo de 35% con cinco puntos de ventaja o más sobre su inmediato seguidor.
Gadea, de 79 años y líder del Partido Liberal Independiente (PLI), sostiene que, pese a los sondeos, ganará su "revolución de honestidad" para recuperar la "institucionalidad" del país, pisoteada -dice- por pactos políticos entre Ortega y el ex presidente Arnoldo Alemán (1997-2002).
De 65 años, Alemán compite también por la presidencia por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) en un lejano tercer lugar (11%), aunque su peso político radica en alianzas que manejaría con el FSLN.
Alemán, condenado a 20 años de cárcel por corrupción en 2003, fue sobreseído seis años después en el marco de los pactos de la última década que hicieron que el FSLN y el PLC se repartieran los puestos en los poderes del Estado.
"El problema más grave no es social ni político. Es que no hay instituciones. No acepto que me digan que este es un gobierno de izquierda o que los adversarios son de derecha", dijo el sociólogo independiente Cirilo Otero.
Al mando del segundo país más pobre de América (tras Haití), Ortega, quien comparte el poder con su esposa, Rosario Murillo, ofrece seguir los programas sociales financiados con la cooperación de Venezuela (de 1.600 millones de dólares desde 2007).
Sus detractores, entre ellos ex compañeros de guerrilla, lo acusan de "populismo" y "clientelismo", pero la oposición no presenta planes concretos contra la pobreza que azota al 45% de los 5,8 millones de nicaragüenses y el subempleo del 53%.
"Espero que le den trabajo a la gente, que es lo que necesita, que le ayuden. Hay mucha gente pobre", dijo a la AFP Carmen Palacios, de 60 años, vendedora de ropa.
Venezuela también es clave en una mejoría económica de Nicaragua - crecerá 4% este año-, al que suministra petróleo con pago preferencial y financia proyectos como la construcción de una refinería.
Pese a su lealtad hacia Caracas y La Habana, y a su retórica anti-Washington, Ortega mantuvo un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos (que es su primer socio comercial) y el ajuste económico diseñado por los organismos multilaterales, y propició negocios para los empresarios.
"Democratizar el poder político y económico es fundamental. En eso todos somos responsables, en la búsqueda de un consenso" para crear riqueza que beneficie a los pobres, opinó el analista económico Mario Arana.
El proceso se tensó también por denuncias de irregularidades por parte de la oposición, que denunció "fraude" en los comicios municipales de 2008, ganados por el FSLN.
En vísperas de la votación y pese al silencio electoral vigente, el gobierno y sus rivales salieron en los medios con promesas y acusaciones mutuas. La oposición denunció que las autoridades electorales retrasan la entrega de cédulas a sus partidarios y de credenciales a sus fiscales.
Las elecciones, que no se viven con gran entusiasmo en las calles, son observadas por unos 200 delegados de la Unión Europea (UE) y la Organización de Estados Americanos (OEA), que advirtió de "focos de tensión" por esos problemas.
Además de presidente, los nicaragüenses elegirán a 20 miembros del Parlamento Centroamericano y a 90 diputados de una Asamblea Nacional que tiene una silla para el candidato presidencial que quede en segundo lugar.
Gane o pierda, es seguro que Ortega seguirá pesando en la política nicaragüense.
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