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01/11/2011 - Salud

Estudian la influencia de la alimentación en el cáncer de colón

Un estudio identificó patrones alimentarios asociados al riesgo de contraer cáncer colorrectal. El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Córdoba, puso de relieve que quienes padecían cáncer colorrectal realizaban un consumo elevado de carnes rojas, vino y papas, y altas ingestas de bebidas azucaradas. Los resultados del trabajo fueron publicados en la revista científica European Journal of Nutrition.

Agencia CyTA – Instituto Leloir 

 Se ha reconocido que el cáncer, como otras enfermedades crónicas no transmisibles, es una enfermedad que depende no sólo de factores genéticos, sino también ambientales. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Córdoba encontró una relación entre diferentes patrones alimentarios y el cáncer de colón. Los resultados del trabajo fueron publicados en la revista científica European Journal of Nutrition.

“Entre los factores ambientales que influirían en la aparición del cáncer se incluye la alimentación y la nutrición. Si bien hoy existe un cuerpo creciente de estudios epidemiológicos y experimentales que arrojan abundante evidencia sobre la relación entre la alimentación, la nutrición, la actividad física y la composición corporal, y los patrones de incidencia de cáncer en el mundo, aun hay discusión acerca de la importancia relativa de esos factores, el modo en que interactúan y el efecto a lo largo de la vida, o en contextos diferentes”, señalaron a la Agencia CyTA las autoras principales del estudio, la doctora María del Pilar Díaz y la licenciada Sonia Pou de la Universidad Nacional de Córdoba. También participó en el estudio Alberto Osella, investigador del IRCCS S. de Bellis, Bari (Italia).

Con el fin de identificar patrones alimentarios asociados con el riesgo de contraer cáncer colorrectal, Díaz y Pou realizaron un estudio epidemiológico que incluyó a 136 personas: 95 sanas, y 41 con la enfermedad declarada. “Para valorar su alimentación, se realizaron entrevistas a los participantes empleando un cuestionario que recoge información acerca de la frecuencia habitual de consumo de  alimentos, incluyendo también datos sobre el tamaño de la porción consumida. Así, cada sujeto fue entrevistado en su domicilio particular, por entrevistadores que habían sido entrenados. El cuestionario indagó además sobre características sociodemográficas, el estilo de vida (hábito de fumar, consumo de alcohol, actividad física), el peso y la altura, el uso de medicamentos, antecedentes familiares de cáncer y antecedentes médicos personales, entre otros”, puntualizó la doctora Díaz, que se desempeña como profesora titular de la Escuela de Nutrición de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC.

De manera previa a este estudio, las investigadoras realizaron otro trabajo en el que investigaron cuáles eran los patrones alimentarios que caracterizaban a la población en general, estudiando a 373 sujetos sanos de la provincia de Córdoba. “Se identificaron tres patrones importantes, los que denominamos: ‘Patrón Cono Sur’ (caracterizado por la fuerte presencia de carnes rojas, vino y papa), ‘Patrón Bebidas Azucaradas’ (jugos y gaseosas) y ‘Patrón Prudente’(lácteos, frutas y vegetales)”, destacó la licenciada Pou, investigadora del CONICET y docente de la Escuela de Nutrición de la UNC.

Salud y dieta
Luego de analizar las entrevistas a las personas que dieron su consentimiento para participar en el estudio, Díaz y Pou establecieron comparaciones entre el grupo de sujetos con cáncer colorrectal y el grupo de individuos sanos.

“Se observó que los sujetos enfermos estuvieron más caracterizados por realizar un consumo medio a alto de carnes rojas, vino y papas, altas ingestas de bebidas azucaradas y un bajo consumo de frutas, vegetales y lácteos. Las personas sanas, por su parte, mostraron una predisposición mayor (respecto de los enfermos) a ingerir una proporción alta de frutas, vegetales y lácteos, y bajas ingestas para los patrones “Cono Sur” y “Bebidas Azucaradas” “, destacó la doctora Díaz.
 
Asimismo las investigadoras encontraron que los denominados “Patrón Cono Sur” y “Patrón Bebidas Azucaradas” mostraron un efecto promotor del cáncer, mientras que el “Patrón Prudente” tuvo un efecto protector para la enfermedad. “También otras características individuales mostraron efecto protector, como poseer cobertura de salud. Por el contrario, a mayor masa corporal se observó mayor riesgo de este cáncer. Se vio además que es importante considerar si la persona presenta o no antecedentes familiares de cáncer colorrectal”, subrayó Pou.
Si bien poco se ha estudiado respecto de los mecanismos biológicos que explican el efecto protector o promotor observado a nivel de patrones, sí es posible hallar explicaciones si se consideran los grupos alimentarios que conforman cada patrón descrito, indicaron las investigadoras. “Así, por ejemplo, el efecto promotor del Patrón Cono Sur pudiera estar relacionado con la generación de compuestos potencialmente carcinógenos tras la cocción de carnes rojas a altas temperaturas, o por el efecto tóxico o carcinogénico de algunos metabolitos del alcohol, a nivel celular”, puntualizaron. Y agregaron: “Las bebidas azucaradas, podrían estar aportando altos niveles de azúcares en sangre, lo cual se ha asociado a un aumento de la proliferación celular en el colon, con la potencial formación de células precursoras de cáncer. Por otra parte, el efecto protector del “Patrón Prudente”, podría explicarse por el reconocido rol protector de las frutas y verduras, debido al efecto de la fibra a nivel intestinal y el alto contenido de compuestos antioxidantes de estos grupos alimentarios. A esto se le suma el posible efecto protector del calcio y otros componentes bioactivos presentes en la leche.”

La relación causal entre cáncer y factores alimentario-nutricionales es muy compleja y,  como bien lo sugiere el último Reporte del Fondo de Investigación sobre Cáncer Mundial la evidencia al respecto es y será siempre incompleta, “aun cuando ya es suficientemente fuerte como para justificar la formulación de metas o recomendaciones en salud pública”, señaló la doctora Díaz. Y concluyó: “Si bien nuestros hallazgos sobre alimentación y el cáncer colorrectal son consistentes con la literatura científica existente, consideramos que se requiere mayor investigación al respecto. Queda bastante aún por dilucidar, por ejemplo, el papel de los mecanismos biológicos o determinantes socio-culturales que subyacen a las relaciones observadas a nivel epidemiológico. En virtud de esto se considera relevante profundizar el estudio de la relación alimentación y cáncer, con el fin último de transformar la evidencia en recomendaciones o intervenciones efectivas a nivel comunitario o individual, para contribuir así a la prevención de esta enfermedad”. 


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