China lanzó con éxito ayer una nave espacial sin tripulantes que intentará acoplarse con un módulo de prueba en órbita, lo que constituye un nuevo paso del programa destinado a dotarse de una estación espacial permanente hacia 2020.
La nave Shenzhou VIII, que servirá de módulo de entrenamiento para las citas espaciales, fue propulsada al espacio desde la base de Jiuquan (noroeste), en el desierto de Gobi.
El Shenzhou VIII se acoplará a Tiangong-1, un módulo de prueba lanzado el 29 de septiembre, "los dos días siguientes al lanzamiento a una altitud de 343 km" para concretar el primer encuentro espacial, una tecnología crucial en la conquista del espacio.
En 2012, China efectuará otros acoplamientos con dos nuevas naves, sucesivamente Shenzhou IX y Shenzhou X, una de ellas tripulada.
Dos mujeres forman parte de los astronautas que se entrenan para esta misión, según la agencia espacial del gigante asiático, y serían las primeras chinas en volar al espacio.
China, como sucedió con su primer vuelo espacial tripulado, recupera su atraso tecnológico con relación a Estados Unidos y Rusia, reproduciendo experiencias llevadas a cabo por esos países en los años sesenta.
Por otra parte, Shenzhou VIII efectuará durante sus estadía espacial 17 experiencias diferentes en el ámbito de las ciencias de la vida y de la microgravedad dirigidas por investigadores chinos y alemanes.
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