El talento lírico, la actuación, el humor y el cálido y sólido trabajo de la Fundación Raúl Alberto Albarracín (FUNDRAA), se reflejó una vez más sobre tablas. El viernes, sábado y domingo pasado en el Centro Cultural Eugenio Flavio Virla, se presentó el espectáculo “El silencio y un teléfono”, que de una manera entretenida y original visibilizó una problemática presente en cualquier relación interpersonal: la incomunicación alentada por el artefacto destinado paradójicamente a superarla, como es el teléfono.
El Silencio, un entremés de Raúl Alberto Albarracín, fue interpretado por Pedro Juárez Visuara y Gabriela Jiménez Núñez, adaptado y asistido por Beatriz Makantassis y dirigido por Gabriela Jiménez Núñez.
La historia se desarrolla en un camión, donde el conductor y la maestra rural piensan y sienten algo por el otro pero no se animan a hablarlo o a mostrarse tal cual son. Con un dejo de humor, los personajes consiguieron transmitir a la audiencia la necesidad de expresar lo que pensamos y no desperdiciar las oportunidades.
Una vez finalizada la obra, se reacondicionó el escenario para darle lugar al elenco de “El Teléfono”, integrado por Valeria Albarracín, Alfredo Tiseira y Alicia Rodríguez, con la dirección escénica de Nicolás Araoz, la escenografía de Andrés Di Lullo y la coordinación artística de Valeria Albarracín y Nicolás Araoz. Esta obra de Gian Carlo Menotti fue creada en la década del 40 cuando salía el fenómeno del teléfono, artefacto que, durante la trama, se interpone en el romance de Lucy y Ben, dejando expuesto mediante la parodia la manera en la que las personas permiten que la tecnología invada sus aspectos personales y poco a poco nos vaya incomunicando.
Fueron tres jornadas que culminaron con un caluroso aplauso del público al esfuerzo de FUNDRAA que con sus acciones difunde la cultura en sus diferentes expresiones. Fue la manera de cerrar un año más de esfuerzo por parte de los miembros de esta Organización no Gubernamental.
Su presidente, Ramiro Albarracín, ratificó el compromiso por el desarrollo de la cultura, especialmente de jóvenes y de aquellos que viven en el interior provincial. “Seguiremos aportando nuestro conocimiento al gobierno de la provincia, a la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y a las entidades y organizaciones que estén comprometidas con esta meta”, dijo.
Para su vicepresidenta, la diseñadora Beatriz Makantassis, si bien culmina el ciclo lírico 2011, la misión de la Fundación “nunca se termina”.
“Si alguien nos acerca una propuesta, inmediatamente la tomamos y nos comprometemos. Además FUNDRAA cuenta con un plan trienal que nos permite el cumplimiento de diferentes metas”, dijo, tras recordar el ciclo literario que culminó el agosto en homenaje al Día del Escritor y en conmemoración por el fallecimiento del hombre que generó los cimientos solidarios como es Raúl Alberto Albarracín. “Nos dejó un extenso legado de sus obras con las novelas, relatos, poesías y obras de teatro de su autoría”, agregó Makantassis.
Las autoridades de la Fundación se completan con la profesora Valeria Irene Albarracín, vocal en Cultura, las Letras y las Artes; y la doctora Virginia Helena Albarracín, vocal en Ciencia y Tecnología.
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