La obligatoriedad de la educación secundaria implica un cambio de paradigma, ante lo cual se necesita un diálogo profundo y sincero entre los distintos actores del sistema educativo. La idea de un nivel medio que tenga entre sus objetivos centrales la inclusión y permanencia de todos sus estudiantes es de un superlativo valor social y una apuesta al mejoramiento de la calidad de vida de toda nuestra sociedad. Por Bernardo Beltrán, Secretario Adjunto del SADOP Tucumán
Por Bernardo Beltrán, Secretario Adjunto del SADOP Tucumán
Sin embargo el presente nos muestra un escenario de grandes tensiones, donde el docente se ve desbordado producto de una creciente violencia en el espacio escolar, además de la demanda que atienda una serie de problemas que no encuentran respuesta en sus espacios naturales: alcoholismo, drogadicción, educación sexual, contención afectiva y psicológica, además de los contenidos curriculares propios de cada asignatura, que se van incrementando con temas como la educación vial, la ambiental y la relación con los medios masivos de comunicación, son exigencias que requieren de una preparación que supera a lo adquirido por el docente en su formación.
Existe la percepción que la escuela debe hacerse cargo de la demanda que otros sectores de la comunidad no puede o no quiere atender. Para colmo, el “éxito” escolar se sustenta en el esfuerzo y la dedicación, lo que entra muchas veces en contradicción con el imaginario de un gran número de adolescentes que ven que su realización personal está íntimamente ligada a su inserción en las pautas culturales de la sociedad de consumo.
A pesar de la imposibilidad de los docentes de dar respuesta a todo lo que se requiere del nivel medio, existen sectores del gobierno que los hacen principales responsables del fracaso escolar, lo que se vive como una clara injusticia, aumentando así el nivel de tensión.
¿Las autoridades educativas son conscientes de las contradicciones que se viven en el secundario? ¿La respuesta a la inclusión es no aplazar y programar muchas mesas de exámenes? ¿Hay una estrategia intensiva de capacitación docente? ¿Se tiene claridad sobre lo que esperan los distintos sectores sociales de la educación secundaria? ¿Está la decisión de dotar a cada institución de los profesionales de apoyo necesario? Estos, entre otros interrogantes, son necesarios abordar para no perder la brújula de un secundario para todos.
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