El científico argentino radicado en Inglaterra recibe el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por su trabajo en el desarrollo de anticuerpos monoclonales. Fiel a su ideas libertarias, Milstein no patentó sus descubrimientos, que legó como propiedad intelectual de la humanidad. Nacido en Bahía Blanca el 8 de octubre de 1927, falleció en Cambridge el 24 de marzo de 2002. VIDEO
Por Vanina Escales
Hace 27 años, el 15 de octubre de 1984, César Milstein recibía el Premio Nobel de Medicina y Fisiología por su trabajo junto a Georges Köhler sobre anticuerpos monoclonales que se utilizan hoy para la producción de vacunas, detectar y tratar distintos tipos de cáncer y enfermedades autoinmunes.
Milstein nació en Bahía Blanca el 8 de octubre de 1927. Como él mismo se encargó de recordar, nunca fue un alumno brillante.
Su interés por el estudio era compartido con su pasión por la política. Con su hermano Oscar ya tenían experiencia en las Juventudes Libertarias por lo que, al ingresar en la universidad, organizó el Grupo Anarquista Revolucionario (GAR).
En esos años de militancia estudiantil presidió el Centro de Estudiantes de Química donde armó una cooperativa de provisión de insumos para los estudiantes y fue delegado en la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), además de colaborar con el diario anarquista La Protesta donde era, además, el encargado de la expedición del periódico.
Mientras terminaba su licenciatura, en el año 1952, entró en crisis sobre su futuro "no sabía si quería ser un militante obrero, si quería ser científico o, como me sugería mi padre, ponerme un laboratorio y hacer dinero".
Un tiempo antes ya había estado trabajando en el puerto de Buenos Aires para conocer de cerca la situación de la clase obrera. Ganó la ciencia y comenzó el doctorado. Un integrante del GAR, cercano a Houssay, le sugiere ver a Leloir para el tipo de investigación que le interesaba a Milstein que vinculaba la medicina con la química.
"Leloir vivía en el laboratorio de la calle Costa Rica, un sucucho. Entro en la casa, que tenía un zaguán, y veo un tipo con guardapolvo gris, flaco, típico gallego. Este es el gallego del Instituto, pensé y le digo: `Che, ¿dónde está Leloir?` Me mira y dice: `Soy yo`. Se me cayeron los pantalones. Le expliqué que era un estudiante de química que quería hacer una tesis a cargo de él. Me respondió que era imposible porque no tenía espacio, y me mandó a ver a Stoppani", recuerda Milstein.
A los 29 años se graduó de doctor en Química e ingresó como investigador en el Instituto Malbrán. Al poco tiempo obtuvo una beca y partió a Cambridge, Inglaterra, donde tendría como director de investigaciones a Malcom Dixon. Aquel viaje lo haría revisar sus intereses, aconsejado por Frederick Sanger, de la enzimología se volcó a la incipiente inmunología.
Al regresar a la Argentina cuatro años después, y con un nuevo doctorado, fue nombrado jefe del Departamento de Biología Molecular del Instituto Malbrán, a cargo del talentoso Ignacio Pirosky. Con el golpe militar de 1962, el instituto fue intervenido y Milstein partió definitivamente a Inglaterra.
En el Medical Research Council comenzó sus investigaciones en el área de la inmunología que terminarían siendo mundialmente reconocidas.
Nunca patentó sus investigaciones. Este es un punto nodal en su idea política del trabajo científico y, de hecho, Margaret Thatcher criticó a Milstein y al Medical Research Council por la ausencia de patentes para los anticuerpos monoclonales.
En 1980 Milstein dio una entrevista a la revista alemana Unschau in Wissenschaft und Technik donde dice: "Pienso que debo atacar al sistema en su conjunto, toda la base sobre la cual se realiza hoy la investigación científica... Existe el peligro de que los científicos orienten sus vidas y su investigación científica para obtener ganancias económicas a partir de sus trabajos. Eso llevaría a que los gobiernos y las instituciones que financian la investigación presionen para que se investigue lo que se puede comercializar y no apoyen la ciencia básica en mayor escala".
El conocimiento no pertenece a nadie a título personal e incluso cada descubrimiento es deudor de otros que lo precedieron.
Casado con Celia Prilleltensky, dedicaba parte de su tiempo libre al teatro, la literatura, la navegación, el esquí, las caminatas por la montaña y hacía asados al "gaucho-style" en Inglaterra. Como escribió David Secher en el obituario que le dedicó la Universidad de Cambridge: "A pesar de que no tuvieron hijos, César Milstein fue el padre científico de la dinastía de científicos moleculares ahora dispersos por todo el mundo".
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