Los elogios tras la contundente victoria del seleccionado ante Chile, se convirtieron en fuertes cuestionamientos tras la caída en Venezuela anoche. La imposibilidad de aprovechar a Lionel Messi es un punto clave.
La selección de fútbol, blanco de múltiples elogios por su contundente victoria ante Chile, volvió a quedar en el centro de las críticas tras haber caído frente a Venezuela por 1 a 0 en el marco de una pobre presentación de juego colectivo, que la ubica a años luz del equipo poderoso,plagado de estrellas internacionales y que cuenta entre sus figuras al mejor jugador del mundo: Lionel Messi.
Argentina llegó a Puerto la Cruz precedida por su fama mundial y con el ánimo por las nubes producto de su goleada frente al equipo de Claudio Borghi, al que superó con un contundente 4 a 1.
La contundencia del resultado y la facilidad con que construyó la victoria permitió abrir un abanico de ilusiones en torno al futuro de un equipo que en el último tiempo no para de sumar frustraciones.
La llegada de Alejandro Sabella a la dirección técnica permitía aventurar una nueva era y mirar con cierto optimismo las Eliminatorias y una eventual clasificación al Mundial de Brasil 2014.
Los resultados positivos obtenidos en los partidos amistosos jugados ante Venezuela y Nigeria parecían indicar que el equipo argentino empezaba a transitar el camino de la reconciliación con su historia, su juego y su público.
El 4 a 1 alcanzado ante Chile en el arranque de la Eliminatoria, producto de una memorable actuación de Angel Di María, Gonzalo Higuaín y Lionel Messi, terminó con las especulaciónes.
En ese marco, y con el peso de la estadística y la historia, el partido ante el equipo caribeño parecía claramente accesible.
Los primeros 20 minutos de juego parecieron estar en sintonía con aquellas presunciones, lapso en el que Argentina le jugó de igual a igual a la Vinotinto y hasta se dio el gusto de generar al menos dos situaciones claras de gol que el arquero Vega se encargó de frustrar.
A partir de la media hora del primer tiempo el rendimiento del equipo nacional empezó a desdibujarse y el trámite del partido se tornó color borravino.
En ese marco aparecieron una vez más los fantasmas que terminaron con los sueños en Sudáfrica 2010 y la Copa América 2011.
Argentina pasó a ser un gigante con pies de barro, con series problemas defensivos, carencia absoluta de ideas y con delanteros que se movieron en soledad, muy lejos del arco de Venezuela.
Messi desapareció literalmente de la cancha, se olvidó que es
El mejor jugador del planeta e invirtió su tiempo en cuestionar los fallos del árbitro uruguayo Roberto Silvera y discutir con
adversarios.
Mal predispuesto, enojado con el clima y el entorno, La Pulga volvió a ser la sombra del jugador deslumbrante de Europa, actitud que terminó por arrastrar al resto de sus compañeros.
Por estas horas la pregunta del millón es que le pasó a la Argentina, que en 72 horas sufrió tamaño problema de identidad.
Es acaso el equipo poderoso y contundente que le ganó a Chile o es -en cambio- la formación timorata, llena de dudas que terminó siendo superada de manera inobjetable por Venezuela.
Sabella tiene un problema entre manos que debe solucionar de manera urgente ya que no hay mucho margen. Los partidos ante Bolivia y Colombia están a la vuelta de la esquina y el tiempo para trabajar no existe.
En su presentación como entrenador de la selección Sabella había anunciado que en el equipo argentino tenían que estar los mejores jugadores pero volvió a insistir con viejas fórmulas que no dan resultados.
Burdisso, Demichelis, Rojo, Zabaleta y Otamendi, solo a modo de ejemplo, dejaron una vez más una estela de dudas sobre el valor de su presencia en la selección.
Sabella debe ser conciente que no tiene mucho margen para el ensayo, ya que el hincha de la Argentina hace rato que perdió la paciencia y la fe.
Fuente NA
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