Al dirigirse a los novios, tras escuchar el testimonio de una pareja, Benedicto XVI les invitó a considerar el tiempo de noviazgo como “un camino de fe” y a no tener miedo de asumir las responsabilidades que implica el matrimonio cristiano.
El Papa les recordó que “la experiencia del amor tiene dentro de sí la tensión hacia Dios” y les exhortó a hacer del tiempo de preparación al matrimonio “un itinerario de fe”.
“Redescubran en su vida de pareja la centralidad de Jesucristo y del caminar en la Iglesia”, les dijo. “No descuiden la importancia vital de este encuentro”; “de la Eucaristía brota el sentido cristiano de la existencia y una forma nueva de vivir ”.
“No tengan, entonces, miedo de asumir la comprometida responsabilidad de la elección conyugal; no teman entrar en este "gran misterio", en el que dos personas se hacen una sola carne”.
Valentía
Papa reconoció que “en ciertos aspectos, el nuestro es un tiempo no fácil, sobre todo para ustedes los jóvenes”.
“La mesa está repleta de muchas cosas deliciosas, pero, como en el episodio evangélico de las bodas de Caná, parece que haya faltado el vino de la fiesta”, afirmó.
El Papa constató que “sobre todo, la dificultad de encontrar un trabajo estable extiende un velo de incertidumbre sobre el futuro. Esta condición contribuye a dejar para más adelante la asunción de decisiones definitivas, e incide en modo negativo sobre el crecimiento de la sociedad, que no consigue valorar plenamente la riqueza de energías, de competencias y de creatividad de su generación”.
“Falta el vino de la fiesta también a una cultura que tiende a prescindir de claros criterios morales”, en el que a menudo parece prevalecer “la aparente exaltación del cuerpo, que en realidad banaliza la sexualidad y tiende a hacerla vivir fuera de un contexto de comunión de vida y de amor”, prosiguió.
En este contexto, el Pontífice exhortó a los jóvenes que el noviazgo representa “etapa única, que abre a la maravilla del encuentro y que hace descubrir la belleza de existir y de ser preciosos para alguien”.
El Papa afirmó que la convivencia prematrimonial “no es una garantía para el futuro”: “Quemar etapas acaba por 'quemar' el amor, que el cambio necesita respetar los tiempos y la gradualidad en las expresiones; necesita dar espacio a Cristo, que es capaz de hacer un amor humano fiel, feliz e indisoluble”.
Igualmente, pidió a los jóvenes que se eduquen “en la libertad de la fidelidad, que lleva a custodiarse mutuamente, hasta vivir el uno para el otro”.
“Preparense para elegir con convicción el "para siempre que distingue al amor: la indisolubilidad, antes que una condición, es un don que debe desearse, pedirse y vivirse, más allá de cualquier situación humana cambiante”. Esta fidelidad los hará “capaces también de estar abiertos a la vida y de ser padres”.
“Fidelidad, indisolubilidad y transmisión de la vida son los pilares de toda familia, verdadero bien común, patrimonio precioso para toda la sociedad. Desde ahora, funde sobre ellos su camino hacia el matrimonio y den testimonio de él también a sus coetáneos: ¡es un servicio precioso!”, concluyó”.
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