Dilma Rousseff hizo hoy historia, al convertirse en la primera mujer en abrir una Asamblea General de las Naciones Unidas, pero la presidenta de Brasil no dejó pasar la oportunidad de reclamar un orden internacional más justo para las naciones en desarrollo y una banca permanente para su país en el Consejo de Seguridad.
"Es la voz de la democracia y de la igualdad presente en esta tribuna que tiene el compromiso de ser la más representativa del mundo -dijo Rousseff desde el podio-. Comparto esta emoción con más de la mitad de los habitantes del planeta y estoy convencida que ésta será el siglo de las mujeres", afirmó.
Señalada por la revista Forbes entre las mujeres más poderosas del mundo, Rousseff cumplió en el Palacio de Vidrio, en Nueva York con la tradición iniciada en 1947 de abrir las sesiones con el mensaje del mandatario brasileño.
"El mundo vive un momento extremadamente delicado y, al mismo tiempo, una gran oportunidad histórica", dijo Rousseff, quien destacó que el mundo enfrenta "una crisis económica que, si no es resuelta, se puede transformar en una grave ruptura política y social".
Si bien afirmó que es "menos importante saber quienes causaron" la crisis y en cambio hace falta "encontrar soluciones colectivas, rápidas y verdaderas", la presidenta reclamó un papel mayor para los países en desarrollo dentro del concierto global.
Según la presidenta, "el desafío impuesto por la crisis es remplazar teorías anticuadas, de un mundo viejo, por nueva fórmulas para un mundo nuevo".
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